Aline Griffith, condesa de Romanones, había tenido probablemente que vender siete de sus valiosas joyas debido a la mala situación económica que estaba atravesando. La exagente de la CIA, quien falleció en 2017 a los 94 años, se vio obligada a deshacerse de sus alhajas en una subasta que se celebró enla sala de Sotheby’s de Ginebra en mayo de 2011. Como es habitual, el nombre de los compradores fue un secreto durante años, hasta que Corinna lució una de las piezas en una fiesta.
La que fuera ‘amante’ del rey Juan Carlos I, y que tantos dolores de cabeza le está trayendo ahora, apareció el 21 de junio de 2014 con uno de los conjuntos que habían pertenecido a la condesa de Romanones en un acto celebrado en el Palacio de Invierno de Rusia, al que acudió con su hijo, Alexander, fruto de su matrimonio con el príncipe Casimir Sayn-Wittgenstein-Sayn, con el que ahora también tiene una batalla legal por un préstamo que ella le hizo y que este se niega presuntamente a devolverle.
Para la ocasión, tal como indica Vanitatis, Corinna estrenó oficialmente la parure de esmeraldas y diamantes formada por collar y pendientes que data de los años sesenta y que los expertos en joyería habían tasado en su momento entre 103.000 y 147.000 dólares, aunque algunos medios españoles llegaron a afirmar que se había vendido por siete millones de euros. Aún hoy se sigue sin saber si fue la propia Corinna quien la adquirió o se trató de un regalo.
¿De quién? Las malas lenguas de la ‘societé’ especulan que se trata de un regalo del rey emérito Juan Carlos I de Borbón, pero no hay ninguna prueba fehaciente documentada sobre ello. En cualquier caso a nadie le extrañaría, dada la complicidad de ambos amantes en épocas pasadas. Donde nada tiene que ver con la de ahora por supuesto.