ANÁLISI | Beatriz Talegón
Behr señala en su artículo que «no hay un plan escocés para poner en cuarentena a los visitantes de Inglaterra» pero es una cuestión que está ahora sobre la mesa y se habla sobre ello.
Boris Johnson ha afirmado en el parlamento que «no existe una frontera entre las dos naciones», lo que provocó que un grupo de independentistas se plantasen durante el fin de semana precisamente en el punto clave de la autopista donde se da la bienvenida a Escocia. Sin embargo, ellos mostraron un cartel para decir que aquellos ingleses que tuvieran el virus no eran bienvenidos. Una actitud condenada incluso por la propia Sturgeon, que no ve con buenos ojos esta actitud para defender la independencia.
Una actitud, la de Sturgeon, que está siendo muy bien valorada entre la ciudadanía escocesa. Incluso entre la no independentista, pues su reconocimiento en los sondeos tiene cada vez mejor valoración. Sobre todo después de la pandemia, precisamente por cómo ha decidido gestionarla.
Una pandemia que ha servido como paréntesis al Brexit, y al ardiente debate sobre un nuevo referendum en Escocia, puesto que no son partidarios de marcharse de la UE y, en este sentido, ahora podría tener sentido querer desvincularse de Inglaterra para poder permanecer en la unión.
El próximo mes de mayo tendrá lugar las elecciones parlamentarias escocesas. Gran Bretaña tendrá que afrontar en algún momento el Brexit y el marcador del tiempo sigue avanzando: la fecha fijada antes de que todos nos confinásemos es el 31 de diciembre de este año.
La situación apunta a una nueva victoria de Sturgeon en Escocia, lo que posiblemente suponga un nuevo referendum. Como señala Behr, Johnson se negará, aunque tendrá que medir bien su estrategia puesto que ahora puede volverse en su contra.
En definitiva: la batalla por la independencia de Escocia se reactiva después del confinamiento y tras una gestión muy positiva de su primera ministra. Un argumento más que sirve para explicar los puntos a favor de una gestión autónoma. La verdad es que Johnson se lo ha puesto bastante fácil en este tema…
Evidentemente esto supondrá también una influencia para la UE. Precisamente porque a Europa le interesa que Escocia se quede en su seno, por lo que apoyar ahora mismo un proceso de permanencia en la UE pasa por mirar con buenos ojos un nuevo referendum. Y esto crearía un clima favorable a las consultas populares, a la pertenencia de los territorios y, además, con el argumento añadido de la gestión de la crisis sanitaria. Habrá quien ponga sobre la mesa la toma de decisiones por parte de gobiernos que resultan poco eficaces, poco operativos y poco cercanos al foco de los problemas, y habrá además pruebas y datos para demostrarlo.
Esto, sumado a la catastrófica situación de la monarquía española, a la que muy probablemente le quede poco en el trono, pone el foco en las tareas pendientes para España. Tomemos nota.