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Fue el 8 de julio cuando la Generalitat de Catalunya estableció como obligatorio el uso de la mascarilla entre la población mayor de 6 años. En un primer momento no faltaron voces que criticaron la medida, pero inmediatamente comenzaron a sumarse otros territorios del Estado. Uno tras otro, sucesivamente, hasta hoy, 28 de julio, 20 días después, cuando Madrid ha decretado el uso obligatorio de la mascarilla en la vía pública.
Díaz Ayuso ha pasado varias semanas afirmando que el uso de la mascarilla no era necesario. A pesar de que la Organización Mundial de la Salud ha tenido que abrirse a la teoría, defendida por más de doscientos expertos que firmaron un comunicado público, que afirma que el virus se disemina también por el aire.
En la misma línea que Díaz Ayuso se han comportado otros presidentes autonómicos, como el de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, quien reconoció públicamente haber intentado retrasar todo lo posible el establecimiento de la mascarilla como obligatoria. Una afirmación que sorprendió en un momento en el que los casos de infección vuelven a aumentar a gran velocidad y los rebrotes son ya un problema evidente en todo el Estado.
Díaz Ayuso ha anunciado, además del uso obligatorio de la mascarilla en la comunidad de Madrid, que aumentará el número de rastreadores para detectar el virus y los pabellones de volverán a estar abiertos para atender a los pacientes.
