El emérito, dio el visto bueno al 23-F 48 horas antes del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, según ha desvelado este martes Diario 16. El visto bueno de Juan Carlos I se lo transmitió el general Alfonso Armada –que acabaría siendo condenado a treinta años de cárcel por el intento de golpe de Estado– a los cabecillas civiles del 23-F –entre los que se encontraban los ultraderechistas José Antonio Girón de Velasco y Juan García Carrés– en una reunión celebrada en la mansión del empresario y exprocurador franquista José María de Oriol y Urquijo –una de las pocas personas que en 1948 recibieron a Juan Carlos de Borbón a su llegada a España–, ubicada en el madrileño Monte del Pilar, sólo 48 horas antes del intento de golpe de Estado.
El general Armada asistió a Juan Carlos de 1964 a 1978 –primero como ayudante, después como secretario de la Casa del Príncipe y finalmente como secretario de la Casa Real–, por lo que el 23F hacía años que ya no estaba al servicio directo de este. Sin embargo, sólo en aquel mes de febrero se reunió seis veces de forma presencial con Juan Carlos I: los días 6, 7, 11, 12 –el mismo día en que tomó posesión como segundo jefe del Estado Mayor del Ejército–, 13 y 17. El encuentro del 13 de febrero debió de ser especialmente importante, pues Armada solicitó por escrito a la Casa Real permiso para usar el contenido de dicha reunión en su defensa durante el juicio del 23F, pero Juan Carlos I se lo denegó.
“Todo lo que hice lo hice obedeciendo órdenes del rey: jamás fui desleal con él, nunca lo traicioné, me he sacrificado siempre por la Corona (…) Fue precisamente el rey el que, tras conocer puntualmente los peligros que se cernían sobre España, la democracia y la Corona, me propuso ser presidente de un Gobierno de concentración o unidad nacional, a formar con representantes de los principales partidos políticos, y me encargó que yo personalmente hablara con sus principales dirigentes y buscara el consenso para llevar a buen término el proyecto”. Son algunas de las confesiones del monárquico general Armada a sus más próximos, realizadas desde la prisión militar de Alcalá de Henares y recogidas por el coronel Amadeo Martínez Inglés, que se pregunta por qué el tribunal militar que juzgó el 23-F “dio por sentado que todos mentían o habían sido engañados y que sólo La Zarzuela decía la verdad”.