Aunque la riqueza del mundo ha disminuido entre un 6 y un 8%, la suya ha aumentado. En concreto, 300.000 millones de dólares. Las veinte personas más adineradas del planeta han visto incrementada su cartera, que sumaba 1.200.000.000.000 euros. Uno detrás de otro.
El más rico de todos los ricos es el dueño de Amazon, Jeff Bezos. A pesar de ello, las denuncias de sus trabajadores son constantes. En junio, sin ir más lejos, inspección de trabajo sancionó a la compañía con una multa de 817.000 euros por “cesión ilegal de trabajadores”, esto es, por tratar de ahorrarse dinero utilizando personal en precario de una subcontrata para sus fines.
El representante español en esa lista de veinte es, cómo no, Amancio Ortega, que a pesar de haber sufrido pérdidas en Inditex ha visto cómo su fortuna ha aumentado 2.000 millones de dólares. En España, según Oxfam, los 23.000 millonarios han aumentado su patrimonio en 19.200 millones de euros.
En su informe, titulado “Aprendamos de nuestros errores”, la ONG pide, entre otras medidas, “gravar la riqueza y el capital con la puesta en marcha de un Impuesto a la Banca y la Tasa a las Transacciones Financieras”, además de blindar la “suficiencia y la progresividad” del sistema fiscal. Para ello, habría que, por ejemplo, “acelerar una reforma del impuesto de sociedades que permita acercar el tipo de las grandes empresas al nominal”
Algunos de los que Warren Buffett llamaba “ganadores” de la lucha de clases han pedido, incluso, pagar más impuestos. Entre ellos no había ningún español. Quizá esa actitud sea una de las razones por las cuales en España cuesta tanto comenzar en serio el debate y la puesta en marcha de un tributo a las grandes fortunas. Ni siquiera en la pandemia.