Inés Arrimadas, la líder de Ciudadanos, tiene un grave problema. Una reunión constructiva y crítica, así ha definía su encuentro en el Palacio de La Moncloa con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. “No será fácil”, ha advertido, pero se ha mostrado dispuesta a tender la mano al resto de formaciones del arco parlamentario en una “tregua política por España” que ha considerado necesaria para revertir la crisis derivada de la pandemia que ha azotado a empresarios, autónomos y trabajadores.
Pero Inés Arrimadas tiene un problema de psicopatía o empatía, catalanofobia entre otras, que no la deja vivir. Ha comparecido frente a la prensa para explicar que buscará que “los presupuestos sean lo más moderados posibles ”añadiendo sin venir a cuento: “Es preferible a que se lo repartan Iglesias, Rufián y Otegi en sus despachos”.
Después ha intentado enmendar el error de su ‘manía persecutoria’ contra según que regiones, y ha matizado que pese a las diferencias ideológicas no hay cordones sanitarios a los miembros de Unidas Podemos. Afirmando que Ciudadanos ha sido desde el principio de esta crisis un partido responsable, crítico, constructivo…
Para blanquear esas palabras ha sido María Jesús Montero, portavoz del Gobierno, la encargada de valorar el encuentro mantenido entre Arrimadas y Pedro Sánchez: «Sobre los Presupuestos, hemos constatado diferencias políticas, pero Ciudadanos ha aportado de forma responsable desde la crítica aparcando los intereses partidistas y anteponiendo los intereses generales de los ciudadanos».
Adiós a la Mesa de Diálogo con Catalunya, si alguien creyó en ella alguna vez. Los socialistas apuestan por la derecha para pactar.
