Tan pronto aparecieron los papeles de Bárcenas, tuve la ocurrencia de enviar un mensaje en la red, “letra de Bárcenas y música del PP”, bastante bien celebrado por la comunidad tuitera.
Hasta el aburrimiento y durante diez años, se repitieron las cuitas sobre los mismos, mientras don Luis, sueña por tangos del Piyayo, en el “adiós al patio de la cárcel, rincón de la barbería…”: obstrucciones a la justicia, la caída de Rajoy, partirse la cabeza en Génova con el disco duro, más el listado de los sobornadores y cobradores en negro, de la caja de los sobresueldos del PP.
Un mundo sofocante de desvergüenza sometido a la Justicia, del primer envite de Naseiro y su trama de cobros ilegales se libró el PP, por el arte del procedimiento judicial, pero de los papeles de Bárcenas no lo libra ni Santa Rita, la de “lo que se da no se quita”.
Los que hemos participado en campañas electorales desde la izquierda, vivíamos con pavor como se multiplicaban los gastos electorales de AP, primero, y, el PP después, incluso en los periodos que sus resultados eran bastantes exiguos. Evidentemente, sería del género absurdo pensar, que sus presupuestos pródigos y despilfarradores en cárteles, medios de comunicación etc., se correspondían a las aportaciones de sus militantes. La derecha tiene sus patrocinadores espléndidos, dónde los demás tenemos incondicionales, y poco más.
Pero el conocimiento que hemos tenido éstos días sobre el sumario del caso Kitchen, ha pasado de castaño oscuro, sobre la presunta desvergüenza de Fernández Díaz, su segundo naufragado, la Sra. Cospedal y posiblemente Rajoy, pagando el “chofer topo”, con los fondos reservados del Estado, para obtener información de los secretos de Luis Bárcenas, que pudieran afectar al PP. Es decir, emplear los dineros de los presupuestos generales del estado, para resolver un asunto privado del PP, que seguramente se tuviera que dirimir ante los jueces.
De demostrarse lo que hemos conocido por el sumario, los presuntos reos y altos dirigentes del PP, han cometido un delito gravísimo, es curioso: un inspector de trabajo, un alto letrado, una abogada del estado y un registrador de la propiedad, actúan como unos malandrines de tres al cuarto, o como si se consideraran poseedores de los bienes públicos a título privado. Como es lógico Casado estaba de oyente, pero difícilmente el PP no quede como el caco Bonifacio para todos los españoles, si en el final del camino por los banquillos terminan algunos dando compañía a don Luis entre barrotes.
Pero siendo alentador si se hace justicia, más celebraría, si cumplieran condena los que depositaron los talones y los maletines, desde sus empresas y fortunas particulares, para obtener favores públicos desde sus atalayas privadas, con el sabor amargo de la letra de Bárcenas y bajo la batuta de Rajoy.
Curro Flores