Milton Friedman, Premio Nobel de Economía en 1976, se quejaba en un artículo que he alcanzado a leer de marzo de 1981, la crítica severa que recibió de parte de algunos intelectuales, muchos de ellos también premiados con el galardón sueco, por haber ido a impartir unas conferencias en el Chile de Pinochet organizadas por una fundación privada. En cambio, escribía, no se vio atacado por su visita a la dictadura China, invitado a explicar al igual en Chile las vías para luchar contra la inflación galopante que sufrían ambos países, dentro de su marco teórico de su defensa al libre mercado, crítico con el intervencionismo keynesiano. Argüía que a las terribles dictaduras comunistas se les juzgaba, desde un falso intelectualismo, más por la bondad de sus propósitos, que por su siniestra realidad, y que era más fácil pasar desde el autoritarismo de derechas a una democracia, citaba: Portugal, Grecia y España, que desde los regímenes opresores marxistas leninistas, lo del Muro no lo esperaba.
Amén de la “sindemia”, el Chile gobernado por Sebastián Piñera, vive un auténtico estallido social, está puesto en solfa por la realidad social, las necesidades y desigualdades provocadas por el seguimiento al pie del litere de las teorías de aquellos jóvenes de la Universidad Católica, “los chicagos boys”, aquellos apóstoles empapados y con poder, discípulos de Friedman. Uno de ellos Piñeras, José, disertaba sobre el cambio para mejor por el auge de la seguridad social privada y las jubilaciones, de la Constitución que elaboraron, cuestiones que constituyen hoy el motivo de las reprimidas asonadas populares y la fragilidad de su estructura social. En Chile, según José Piñera se inició en 1975 la Revolución global con su “boceto de mapa por la libertad”, ahora nadie en su sano juicio predicaría, salvo los piratas de siempre, el evangelio de las ruinas.
China con su rígido neocomunitarismo de casino, tomó debida nota de los tres viajes del gran timonel del mercado a la brava y, aunque a míster Milton no le gustaba el control estatal de la economía, insufló sangre en el libro rojo para que del Dragón se engullera toda la cuota del mercado mundial que pudiera, ahí nuestro nuevo mundo de perpetua sospecha de la nueva Ruta de la Seda.
Coincidió en los años previos a nuestra Transición, en la España del eterno pie cambiado, mientras se cantaba “A desalambrar” de Víctor Jara, por todos, más aquellos jóvenes del PTE y la ORT, clandestinos y perseguidos por el régimen franquista, partidos marxistas-leninistas pensamiento Mao Zedom, quienes se la jugaron, para que luego sacaran provecho “los otros”, ahora multimillonarios de marcas, que vieron en la mano de obra barata del pueblo chino, como utilizarnos de maniquíes de ropa de usar y tirar, mientras engordaban su patrimonio, y ponían más escaparates que iglesias en los grandes centros urbanos e históricos del mundo. -¡Una de Friedman a la plancha!….
Curro Flores