viernes, 22 de noviembre del 2024

La mentira de los dos bandos

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Beatriz Talegón
Beatriz Talegón
(Madrid, 5-5-1983) Licenciada en Derecho por la UAH, estudios en economía del desarrollo por la LSE en Pekin. Analista política. Ex Secretaria General de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas Actualmente colabora como analista política en distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión).
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El problema de jugar a la equidistancia es que normalmente uno se equivoca profundamente y termina siendo injusto. Justicia no es tratar a todos por igual, sino a cada uno en la medida de lo que merece.

Por eso, hablar de «bandos», hablar de «guerra civil, guerra entre hermanos» es falsear la Historia, es pretender ser equidistante y terminar siendo tremendamente injusto.

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No es lo mismo ser víctima que verdugo. No lo es, por mucho que se quiera culpar a la víctima de su terrible suerte. Y precisamente los «modernitos» de la política vienen a intentar colarnos aquello de «todos son iguales», «ni con unos ni con otros».

Ahora le toca a Villacís, que como vicealcaldesa de Madrid y portavoz de la formación naranja en la capital del reino ha anunciado que su grupo municipal votará en contra de cualquier iniciativa sobre memoria histórica que se presente en el Ayuntamiento.

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Lo bueno de conocer la Historia es, precisamente, aprender de ella. Sobre todo para estar alerta y no volver a permitir que se cometan las atrocidades que se han venido sucediendo. Para eso están los libros: para eso está la honestidad y la supuesta intención de aproximarse a la Política, que no debiera ser otra que mejorar la vida de nuestros conciudadanos.

Puede haber interpretaciones, puede haber consideraciones, matices. Pero debe haber consensos, de los grandes, de los inamovibles que sean perpetuados generación tras generación. El problema viene cuando esos consensos se rompen, se agrietan o se trampean: la historia queda parcheada y se filtran por sus poros las versiones que buscan justificar las barbaridades que, fueran de quien fuesen, no se pueden repetir.

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Abrir el melón de los nombres de las calles es necesario, qué duda cabe. Sobre todo cuando la mayoría de la gente recorre avenidas que son homenaje de personas de las que a día de hoy se desconocen sus logros. Y no estaría de más saber qué hicieron y por qué merecieron semejante honor. Se puede caer en el error de permitir que el paso del tiempo difumine la verdad, y eso es algo que hace daño a todos, porque sin información, no hallaremos solución ante similares circunstancias.

No es lo mismo retirarle el nombre a un dictador sanguinario que a un referente sindicalista. Y no lo digo porque yo sea más afín al segundo. Lo digo porque es de justicia recordar y honrar a personas que lucharon para que hubiera derechos, garantías, libertades en lugar de honrar a personas que atropellaron todo lo que se les puso por delante para beneficiar a unos pocos a costa del sufrimiento de la mayoría.

Tener que explicar esto de forma tan simple resulta incluso vergonzoso. Pero viendo lo visto, es evidente que hace falta más conocimiento de Historia y, por ende, más memoria. Justo lo contrario de lo que se está produciendo en este país: cada vez menos Historia, menos Filosofía, menos capacidad crítica y menos respeto y capacidad de escucha-análisis. Y así nos va.

No es lo mismo dar un golpe de Estado que sufrirlo. No es lo mismo intentar cambiar un sistema por vías democráticas que usando las armas. No es lo mismo tratar de fomentar educación para una mayoría social analfabeta que promover censura, clasismo y represión.

Villacís dice que su partido no se siente heredero de ninguno de los dos bandos. Porque piensa que decir esto es amasar votos. Seguramente tenga razón en la estrategia, puesto que la mayoría de gente que está en edad de votarla no tiene mucha idea de lo que pasó hace ochenta años en este país. Ni siquiera sabe lo que está pasando hoy, más allá de los rumores amasados por la prensa dependiente. Por eso no se dan cuenta de que el discurso de Arrimadas es afín a la corona, lo que viene a ser una significación con la herencia franquista. Porque así es como se llegó al trono en este país: por deseo de Franco, ni más ni menos.

Y en este sentido, sí, Ciudadanos se ha posicionado de «un bando», como dicen ellos. Del bando de los que se han sentido cómodos heredando todo de los golpistas, de los que arrasaron con un país que estaba floreciendo. Sí: por mucho que alguno venga a decirme que durante la república esto era un sindios, era un momento en el que España pretendía implantar un sistema fundamentado en las libertades, en el conocimiento, en la cultura, en poner luz. El franquismo vino a poner sombra, a silenciar, a reprimir y a sumir a millones de personas en una pesadilla.

Por eso, querer parecer ecuánime cuando se retiran las calles a personas como Francisco Largo Caballero, a Indalecio Prieto sin mojarse es sencillamente, sostener una aberración.

Poner al mismo nivel el rechazo a una plaza en conmemoración del Caudillo, que eliminar la calle de líderes sindicales, es evidenciar que se desconoce profundamente la Historia, y que además, se está cómodo con la injusta vara de medir de los herederos del franquismo. Ni más ni menos que lo que es Ciudadanos.

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