Un mes después de haberse abierto las aulas en Cataluña, se siguen conociendo casos sobre COVID-19 tanto en estudiantes como en profesores y personal docente.
Los datos apuntan a que la incidencia de la pandemia en las aulas está siendo, por lo general, baja. Al menos de momento, teniendo en cuenta que hasta ahora no se han realizado pruebas a los asintomáticos y los más pequeños, en caso de estar infectados, no muestran síntomas en la mayoría de los casos.
De entre las personas que han dado positivo al hacerse la PCR en el ámbito educativo, unos mil profesores están entre ellos. El dato, en términos pandémicos puede que se considere sostenible. Sin embargo en lo que a sustituciones se refiere, está suponiendo un problema para la Administración, que se ve desbordada al no tener capacidad para suplir todas estas ausencias.
Desde las instituciones se afirma con rotundidad que la apertura de los centros educativos «ha sido un éxito». Y probablemente esa afirmación emane de la comparativa con las cifras que se habrían podido llegar a imaginar. Sin embargo, aún pudiendo ser un éxito en estos términos, son ya varias las juntas de docentes que han exigido que Inspección de Trabajo elabore informes referentes al acondicionamiento de las aulas.
Se aproxima el invierno y con él las bajas temperaturas. Precisamente la ventilación de las aulas supone una exigencia ante la propagación del COVID19 en espacios cerrados, por lo que se prevén dificultades añadidas a las que ya han tenido que gestionar los docentes.
Precisamente, hace unos días la Universidad de Burgos publicaba un estudio sobre la calidad de las aulas. Señalaban que por lo general, suspenden en confort, calidad ambiental y ventilación. El director de la investigación propone que los centros educativos acometan una serie de obras para adecuarlos, y plantea la idea de que los fondos europeos destinados para combatir el cambio climático se dirijan precisamente a financiar estas obras en las escuelas. Porque, según indica el experto, “tendremos cinco beneficios: salud para nuestros hijos, mejora de resultados académicos, un importante ahorro económico que nos hará revertir esa inversión, reducir las emisiones de carbono y una reactivación económica al dedicar estos fondos a hacer obras”, lo que conllevaría la creación de empleos.
Un momento para estudiar la propuesta realizada por la Plataforma de Edificación Passivhaus, un modelo de construcciones que combinan el confort interior del edificio con un consumo de energía muy bajo. Supone ahorro energético, ahorro económico y contribución a la sostenibilidad ambiental. Además de reportar, según dicen, beneficios también para la salud, pues la respiración en el interior es de aire purificado.