Brihuega es un pueblo de la provincia de Guadalajara. Ahora se ha hecho muy conocido por sus campos de lavanda, que son visitados por personas provenientes de todas partes.
Es un pueblo también conocido por la belleza de sus calles, por su gastronomía, y porque si alguien quiere conocer algo interesante sobre nuestra historia, ha de buscar quiénes fueron los de Brihuega y cómo resistieron.
Pero resulta que en Brihuega hay algo más. Algo que no tiene nada que ver con todo lo demás: el museo del Profesor Max.
Se trata del primer museo de miniaturas del mundo. Miles de piezas diminutas que parecen increíbles. Desde una pajarita imposible hecha por Unamuno, hasta el cuadro de la última cena pintado perfectamente en un grano de arroz, hasta pulgas disecadas y vestidas. O la casa muñecas de la casa de muñecas. Y la que hay hecha dentro de una cáscara de nuez… 65.000 piezas que forman la colección más grande del mundo y que por ello, tiene premio Guiness.
Pero además de lo alucinante que hay en el museo, donde puedes pasarte horas descubriendo cosas que jamás imaginarías, hay algo más interesante aún: la historia del Profesor Max, el creador del museo.
Juan Elegido Millán fue un famoso hipnotizador que nació en 1913. Viajó por todo el mundo haciendo un espectáculo de magia e hipnotismo que dejó boquiabierto al público. El primero en conseguir hipnotizar por teléfono y a través de fotografía.
Su abuelo, Constantino Elegido hacía hipnosis.
Juan fue hijo del médico de Brihuega. Él también estudió medicina y precisamente, era capaz de hipnotizar a los pacientes para realizarles intervenciones quirúrgicas sin dolor. Cuando no había anestesia, se recurría a veces a ella.
Dicen que, cuando estudiaba en Guadalajara, fue a un examen y le salió la bola que no le venía nada bien. Consiguió hacer que los profesores vieran en la bola el número que en realidad no era. Cuentan que ya de pequeño era capaz de hipnotizar: empezó a estudiar y a practicar y se hizo famoso, precisamente por ello.
Recorrió Africa, América, Europa y dicen que llegó hasta Australia. Actuaba en teatros, casinos, casas privadas, e hizo mucho dinero.
Escritor, periodista, fue perseguido por razones políticas. Por eso probó suerte fuera de España y la encontró.
Cuentan que al hipnotizar a parte de una tribu africana, el jefe quedó maravillado y le pidió que le enseñase alguna técnica. Dicen que así fue cómo le regalaron la única cabeza jibara de hombre blanco que se conserva. En el museo pueden verse dos de ellas.
Al final de sus espectáculos, mostraba cómo era capaz de que una persona se mantuviera totalmente rígida, colocando la nuca sobre un borde y los tobillos sobre otro sin que se moviera.
En Brihuega le recuerdan con cariño. Recuerdan aún cuando allá por el año 40 no iba a haber encierro. Movilizó a la gente para conseguir que se hiciera una colecta y así se consiguió no perder la fiesta. Algo parecido hizo con los cabezudos, que volvieron en el 42 gracias a él. «Era todo un personaje», recuerdan. Llevó allí también al hombre más alto del mundo.
Juan murió el 20 de diciembre de 1975, cuando viajaba por Andalucía, dirigiéndose de uno de sus museos al otro. Hoy todavía se puede visitar el carromato del Profesor Max en Mijas (Málaga).
Javier, su sobrino es quien se encarga ahora del museo. Aunque es arquitecto y su pasión es la fotografía, algo ha heredado del profesor Max. También sabe hipnotizar y lo hace en el museo si se lo pides. Con ocho años ganó el primer premio de mentalismo.