El presidente y candidato republicano, Donald Trump, ante la debacle de su candidatura, compareció por primera vez tras la noche electoral y contraatacó: volvió a denunciar fraude electoral por estar contándose «votos ilegales», dijo, sin base alguna, y anunció un «tremendo litigio» en diversos Estados para evitar la victoria de su oponente.
Mientras todo esto sucedía, decenas y a veces hasta cientos de seguidores de Trump se manifestam durante todo el día a las puertas de centros de recuento de votos sobre todo en Phoenix, Arizona, Filadelfia y Pensilvania, para reclamar unas elecciones limpias.
En esta última ciudad, la policía abortó de madrugada un intento de entrar por la fuerza en un centro de votación por parte de varias personas armadas y a bordo de un Hammer. La CNN informó de que se había producido al menos un detenido en la operación.
«Si se cuentan los votos legales, ganamos; si se cuentan los ilegales, los que llegan más tarde, nos roban las elecciones», dijo Trump, que no dudó en calificar el sistema de «corrupto» y de estar socavado por «los grandes medios, las grandes tecnológicas y el gran dinero» frente al Partido Republicano que, dijo con aplomo, es «el partido de los trabajadores».
Así la cadena ultraderechista Fox afirma que están esperando que «Tribunal Supremo, corte jurídica en la que el presidente ha nombrado a tres jueces [de los nueve que tiene] actúe y haga algo. Esperemos que la jueza Amy Coney Barrett [que juró el cargo la semana pasada] lo haga».