A mi abuelo el que no leía periódicos, no pudiendo conocer la existencia del golf en la alejada campiña, le resultaría más que extraño, ver a un anciano con el pelo pintado, blandiendo un palo raro a modo de “chapulina” o de guadaña atacando a un “pejuar” verde y emparejado.
Es la manera de encender la fogata negra de Trump, ante el eterno recuento, jugar al deporte más mimado contra el virus: no más de dos en un bogie, limpieza con desinfectante de palos, carritos, bolas y demás enseres; pero lo que lleva bastante mal el magnate es que no se puede tocar la bandera que señala los hoyos, a él que le gusta más una bandera que a Ayuso.
La democracia norteamericana está demostrando al mundo que es más lenta electoralmente que el Cónclave del Vaticano, posiblemente en este singular caso por la edad cardenalicia de los candidatos, se tardará en entonar el “habemus president”.
El último gran litigio que recuerdo de los comicios presidenciales, lo protagonizaron Gore y Bush, por el recuento de los votos en Miami. La dura batalla de aceptación de muchas papeletas, por error en la lectura informática y ulteriores recuentos, se saldó porque Warren Christopher representante del candidato demócrata dio por zanjado el asunto a favor de doble uve Bush; el que fuera secretario de Estado de Clinton, adujo que la democracia norteamericana no se podía permitir el lujo, de mostrarse hacia los demás países en una lucha sin cuartel por la presidencia, ante los valores por los que se quería significar.
Del Derecho Constitucional comparado, se aprende de la alta dificultad de construcción del ensamblaje democrático de poder de muchos estados, y especialmente los federales, pero eso no es óbice para pensar en la obsolescencia que brilla en estos textos caducos, aunque recientes. La época de los gygabites que fulguraron desde el Oeste, como las películas de cowboys, no puede retratarse en unos funcionarios municipales, cuenta que cuentan votos, mientras el paraíso de la comunicación se magnifica en dudas y apariencias.
Parece que la batalla legal va a ser dura, larga y tediosa, esta vez no hay un Cristopher que la remedie, y no se sabe que Supremo llegará a resolver la cuestión, si el celestial o el terrenal.
Curro Flores