El escarnio es evidente. La burla a Catalunya enorme. El Tribunal Supremo ha revocado el tercer grado penitenciario sobre las penas del infame juicio farsa al Procés. Una vez que la Generalitat se los había concedido a los nueve líderes independentistas condenados, al considerarlo prematuro.
La Sala destaca que es preciso que pase más tiempo para evaluar adecuadamente la evolución del interno y el tratamiento penitenciario, máxime cuando se trata de condenas elevadas (de 9 a 13 años de cárcel) de las que ninguno ha cumplido la mitad y la mayoría ni siquiera una cuarta parte.
En sus autos el tribunal se muestra muy duro con la administración penitenciaria catalana a la que señala que «no puede vaciar la respuesta penal proclamada por un tribunal, sometiendo su sentencia a una relectura que disfraza un tratamiento penitenciario privilegiado y, precisamente por ello, improcedente».
El Supremo sabe lo que se hace. Y conoce la respuesta de Catalunya. Así los presos varones volvieron a prisión en cuanto la fiscalía recurrió su tercer grado, pero Dolors Bassa y Carme Forcadell, no, por lo que tendrán que hacerlo ahora.
Aragonés acusa al Supremo de poner obstáculos a una solución democrática con la «venganza política» del tercer grado. Acusa al Tribunal Supremo (TS), «controlado por la derecha judicial» de poner obstáculos a una solución democrática que pase por la libertad de los presos.
Puigdemont ve la decisión del Supremo sobre el tercer grado como una «venganza» y «escarmiento». La CUP constata que el Estado ha mostrado su cara «más real y cruda» después de «rumores» sobre indultos y reformas. Òmnium sitúa la amnistía como el único antídoto ante el «juego sucio» del Supremo con el tercer grado.
La Asamblea Nacional Catalana cree que la decisión del Supremo con el tercer grado es «tortura» y «ensañamiento». Asens de los Comunes dice que la revocación del tercer grado es «un acto de venganza» y que el Supremo «no es competente».
Ante este panorama de injusticia, venganza y hasta fobia, más de uno espera que la gente se movilice como debe estar a la altura del Procés en Catalunya. La pandemia es una excusa. Solo una movilización pro activa y enérgica llegará hasta Madrid y hará mover ficha al Gobierno. Ya lo dijo Jordi Carbonell: «Que la prudencia no…»