El discurso del rey Felipe VI, el “preparado”, de esta Nochebuena ha constatado lo que ya sabíamos, la “gran farsa de la monarquía” (como la calificó Òmnium). Discurso cobarde de frases hechas, invocando a la «Constitución», «solidaridad» al «esfuerzo colectivo», a «los valores éticos», a «tiempo de crisis» y «pandemia», pero nada de corrupción ‘Real’. Pregonando como los charlatanes en la retórica griega, justo lo contrario de lo que se hace, como su padre el emérito o los Borbones en la historia.
Ha dado vergüenza ajena, especialmente en un año de penurias y sufrimientos, lo de «los principios morales y éticos obligan a todos sin excepciones y están por encima de cualquier consideración, incluso de las personales o familiares”, que ha soltado en su discurso, en una alusión velada a los casos de corrupción que pesan sobre su padre, Juan Carlos I. Sin olvidar que si el discurso lo ha dispuesto el Gobierno, aún es peor, porque parece un discurso de VOX o PP, el cual considera perfecto.
Si contra Catalunya en su comparecencia televisiva del 3 de octubre de 2017 fue directo a degüello contra el Procés, las palabras que ha empleado para referirse a su padre, sin mencionarlo, han sido hasta vergonzantes. No ha dicho que “la Justicia es igual para todos”, como hizo el propio Juan Carlos I en 2011, en alusión a su yerno Iñaki Urdangarin, implicado en el caso Nóos, pero ha sido peor. Ha callado.
Porque hacerlo habría supuesto reconocer que su padre, el rey emérito, tiene problemas con la justicia y, de momento, la Fiscalía del Supremo no ha presentado denuncia por los tres asuntos que está investigando. Por eso las protestas se han extendido por las redes sociales, y numerosos usuarios han mostrado su rechazo a la monarquía. Una vez más. Y ya son muchas para hacerse el sordo…
