Que Emiliano García Page no pierde oportunidad para meter el palo en la rueda del gobierno que su propio partido lidera, no es ninguna novedad. Representa a esa parte del PSOE difícil de entender: monárquica, centralista y cada vez ocupa más titulares por sus salidas de tono y de contexto.
Hoy se ha pronunciado sobre el posible indulto a los presos políticos, dando por hecho que si fueran puestos en libertad, «lo volverían a hacer» y esto supondría, según Page, un ridículo histórico para el PSOE. Ha intentado explicar que, aunque los presos políticos digan que no quieren el indulto, en realidad sí que lo quieren, pero que dicen esto para intentar engañar a sus votantes.
Lo que no entiende Emiliano es que lo que los presos políticos quieren es la amnistía, no el indulto. Un sutil detalle del que el castellanomanchego parece no querer darse cuenta. No es que los presos políticos catalanes no quieran estar en libertad, no. Es que lo que reclaman y exigen es que haya una amnistía.
Claro, hablar de presos políticos y de amnistía es algo que genera estupor entre los «socialistas» de la cuerda de Page. Bueno, entre los demás también, porque en realidad hablar de que en realidad lo que han hecho no debe considerarse delito es hablar de que, efectivamente, han sido condenados por una cuestión política -fundamentalmente de la ultraderecha- y además, es lógico pensar que si montar un referéndum no debiera considerarse delito (que por algo fue sacado del Código Penal con el gobierno de Zapatero), podría perfectamente volverse a hacer. Eso no sería ningún ridículo para el PSOE como Emiliano plantea. Sería un ridículo para cualquiera que pretenda perseguir a alguien por poner unas urnas. El ridículo ya lo fue la sentencia, la condena, la prisión y la represión. Pero desde luego que si volvieran a hacerlo, ante la mirada internacional, quedaría claro que todo esto no se resuelve ni con Salas segundas, ni con prisión ni con indultos.
Este problema que va a tener que resolver el Gobierno fundamentalmente, tiene muchos obstáculos: la extrema derecha, y la derecha disfrazada de progresía, que es la más preocupante en todo, porque se camufla, porque tergiversa y porque engaña continuamente a la población.
