Reformar la monarquía es uno de los objetivos del Gobierno para este nuevo año. Tal y como apuntó el presidente Pedro Sánchez en su última comparecencia de 2020, Moncloa y la Casa del Rey Felipe VI trabajan ya en una reforma de la institución para que se convierta definitivamente en “una monarquía parlamentaria, constitucional, adecuada a la España del siglo XXI”.
Pedro Sánchez reconoció el papel del Rey Felipe VI “desde el inicio de su reinado”, en general, y en particular alabó su discurso de Navidad: “Fue una comparecencia, sin duda alguna, valiente, en la que el jefe del Estado, el Rey, marcó el rumbó al cual quiere dirigir la Corona”.
Para el experto en monarquías, Herman Matthijs, profesor de Administración Pública de la VUB, la universidad pública flamenca de Bruselas, «la monarquía española es lamentablemente opaca». y otra de las características de la monarquía española, y quizás la más controvertida, «es la de la inviolabilidad del Rey».
Muchos son los que ven a los Borbones fuera de lugar. Cuando el rey Faruk de Egipto fue derrocado, el 23 de julio de 1952, declaró con cinismo: “No me preocupa haber perdido el trono porque dentro de unos años en el mundo solo quedarán cinco reyes: los cuatro de la baraja y la reina de Inglaterra».
Por lo tanto que ahora diga Sánchez que la monarquía española está “vinculada a la transparencia, a la rendición de cuentas y a la ejemplaridad”, recalcando el compromiso del Ejecutivo con el reinado de Felipe VI, suena como un brindis al Sol. Históricamente el trono borbónico solo ha traído corrupción y tejemanejes ocultos. Ni la reforma será positiva, ni servirá para convencer a nadie, solo alargará su agonía…