Hace años se dieron a conocer una serie de noticias sobre Juan Carlos I desde los cables de Wikileaks y que publicó el diario Público en exclusiva, entre otras cosas, que la diplomacia estadounidense apostaba por Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco pese a que la monarquía no contaba en absoluto con apoyo popular en España, que aún estamos en deuda con Julian Assange.
Así constaba en un documento secreto del Departamento de Estado fechado el 23 de octubre de 1975, con Francisco Franco cerca de su muerte. También fue posible saber que el entonces príncipe -que ya había sido elegido por Franco como su sucesor– actuaba como confidente de la Casa Blanca en las fechas previas al fallecimiento del dictador, convirtiéndose en la gran apuesta de EEUU para la España posfranquista.
Según señalaban aquellos documentos, el aprecio entre la administración estadounidense y el rey de España era mutuo. En 1976, cuando Juan Carlos ya había ascendido al trono, el entonces secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, sentenció: «El rey no debería dudar nunca en hacerme saber si desea que EEUU diga o haga algo específico».
Las informaciones publicadas por ese periódico remarcaron además que tanto Kissinger como el rey Juan Carlos callaron ante los últimos fusilamientos decretados por Franco. Por lo tanto a través de distintos informes secretos revelados por Wikileaks la conexión de Juan Carlos I y los Estados Unidos es otra de los oscuros pasajes en la historia de España de los Bobones. Una más del emérito y otro favor que nos hizo Assange.
Entre marzo de 2012 y diciembre de 2015, ese diario español también publicó cerca de 40 informaciones construidas gracias a los archivos de la organización dirigida por Julian Assange. Una de ellas, difundida el 23 de marzo de 2012, revelaba precisamente que la compañía privada de espionaje Stratfor, conocida como la CIA en la sombra, había dirigido su mirada hacia el 15-M…