Tras la renuncia (momentánea) esta semana del Reino Unido a la extradición de Julián Assange a los EEUU, recordaremos lo sucedido el 8 de abril de 2003, cuando un carro de combate principal Abrams de los estados Unidos, disparó contra el Hotel Palestina, ubicado en el centro de Bagdad durante la guerra de Irak. En aquel hotel había cerca de 200 periodistas de todo el mundo, que cubrían la invasión de Irak. El ataque provocó dos muertos, la del reportero de Reuters Taras Protsyuk, y la del cámara de Telecinco, José Couso.
Nadie del Gobierno de España defendió el asesinato del camarógrafo español. Nadie obligo a que los militares del tanque vinieran a declarar por petición de la justicia española. El jefe del Ejecutivo, en aquella época, José Luis Rodríguez Zapatero, había rechazado que su Gobierno hubiera actuado con «sumisión» ante Estados Unidos o haya interferido en la investigación de la muerte de José Couso en Irak y afirmaba que siempre ha sido respetuoso con sus principios y con la legislación española.
Con estas palabras ha respondía en el pleno del Congreso al diputado de IU Gaspar Llamazares, quien le había instado a aclarar los cables de la Embajada estadounidense filtrados por WikiLeaks que, según el portavoz, acusaban al Gobierno de delitos de revelación de datos de sumarios secretos, asesoramiento ilegal, encubrimiento y vulneración de los derechos de las víctimas.
Gracias a Julián Assange y WikiLeaks, pudimos saber la verdad de la cobarde actuación del Gobierno de España. Zapatero puntualizaba que los cables de WikiLeaks son sólo «valoraciones de parte» redactados con una finalidad, es decir, informes del personal de la Embajada para «dar cuenta a sus superiores de su desempeño y de la eficacia de su trabajo», lo que exigía analizarlos con ese filtro.
Vídeo Octuvre subtitulado al castellano: