Con la Mesa del Congreso denegando una Comisión de Investigación por las tarjetas ‘Royal Black’ opacas, serán unos 1.800 millones de euros, mínimo, la mareante fortuna que atesora Juan Carlos de Borbón, según la revista Forbes y The New York Times. Mareante y también de origen corrupto, y a la que el rey Felipe VI renunció ante notario, tal como anunció a golpe de comunicado en marzo de 2020.
Hay que recordar que esas tarjetas habrían sido utilizadas por otros miembros de la Casa Real como doña Sofía, la infanta Elena, la infanta Cristina, Froilán y Victoria Federica. En cualquier caso la millonaria herencia sigue intacta y, tal como explica Pilar Eyre en su blog de Lecturas, no quedará en el limbo. En caso de fallecimiento del rey emérito, sus hijas, Cristina y Elena de Borbón, se convertirán en las beneficiarias de la parte a la que ha renunciado su hermano.
Según Eyre, los 900 millones que les correspondería a Cristina y Elena, tras la muerte de su padre constituirán toda una revolución en sus vidas. Se les acabarían las penurias económicas y «las hermanas Borbón competirían de igual a igual con las hermanas Koplowitz o las Daurella, las de la Coca-Cola». Además de con las hijas de Amancio Ortega (Inditex) , y con Ana Patricia Botín (Banco Santander).
Precisamente en esta ‘revolución’, Pilar Eyre se detiene subrayando las grandes diferencias que se producirían no solo en sus cuentas bancarias, sino en relación al resto de sus familiares y en sus planes. De vivir al margen de Zarzuela, prácticamente apartadas de la familia real conformada por su hermano, Letizia y las princesas, a volver a tener un ‘status’, en este caso económico, en la ‘socialité’.
