La semana pasada, el presidente de la Comunidad valenciana, Ximo Puig, señalaba que las personas que habían accedido a la vacuna, poniéndose la primera dosis, de manera irregular, no podrían ponerse la segunda.
Esta decisión generó controversia, porque si bien es cierto que estas personas han abusado de su poder para acceder a un bien necesario y limitado, también es cierto que, una vez que ha sido suministrada la primera dosis de la vacuna, sería absurdo no ponerles la segunda, porque se estaría así desperdiciando un bien muy necesario -no sólo para estas personas que se la han puesto, sino para proteger a toda la comunidad-.
Las vacunas son importantes porque generan inmunidad comunitaria, y en este sentido, «castigar» a estas personas no permitiéndoles hacer la vacunación completa, supondría desperdiciar material de vacunas, tan necesario, y no aprovechar su eficacia para proteger a las demás personas.
El presidente del Comité de Bioética, Federico de Montalvo, se ha manifestado públicamente sobre la idoneidad de poner la segunda dosis a estas personas -alcaldes, consejeros, militares o curas-, que se han saltado los protocolos. De lo contrario, señala el experto, «se estaría jugando con la salud de las personas».