El rey Felipe ha sido invitado junto a su mujer, Letizia, a la ceremonia de la entrega de premios 2029 y 2020 de la ASociación de Prensa de Madrid. Una organización que ha sido criticada ya en muchas ocasiones por ponerse de perfil ante los ataques que algunos trabajadores de la información han recibido mientras no ha dudado en respaldar a otros, que en algunos casos han sido señalados por acciones contrarias a la ética y a la verdad.
Allí, entre periodistas, premios y aplausos, el rey ha tenido a bien dar un discurso para poner en valor la libertad de expresión. Concretamente ha afirmado que «el ejercicio de un periodismo en libertad es consustancial a la democracia. Y, En España, que es buen exponente de ello, hemos contado y contamos con excelentes profesionales que con su trabajo contribuyen a fortalecer las instituciones destinadas al servicio de todos los españoles». Para Felipe «no cabe duda de que sin libertad de expresión y de información no hay democracia» y ha afirmado que los éxitos del ejercicio del periodismo redundarán en beneficio de la sociedad y de los valores de la Constitución.
Ha pedido Felipe a los periodistas que no tengan tantas prisas al publicar las cosas, que las contrasten, que hagan bien su trabajo. Y claro, como era de esperar, ha hecho referencia a su mujer, que trabajaba como periodista hasta que se casó y se convirtió en consorte real. Ella le lleva mucha más experiencia en el tema, ha reconocido él.
Sea como fuere, acudimos ya casi con la boca abierta a este tipo de discursos en los que, si bien es cierto que lo que se dice es absolutamente intachable, lo sorprendente es quién lo dice. Alguien que sabe de sobra la connivencia de los medios de comunicación en este país para tapar, precisamente, todo lo que tuviera que ver con las supuestas actividades dudosas de su padre y posiblemente de algunos miembros más de su entorno y familia. Dicho públicamente por quien fuera director de un gran medio como El País, Cebrián, una de sus funciones era, ni más ni menos, proteger a la Monarquía en España.
Y no es nada que nos sorprenda, porque hasta hace bien poco en este país nadie hablaba de la familia real si no era para mostrarnos sus yates, sus modelitos, sus obras benéficas y lo rubios altos y guapos que estaban todos en sus vacaciones. Nada más. Hablar ahora de la importancia de la prensa en una democracia es como venir a decirnos que no la hemos tenido hasta ahora, puesto que nadie en este país ha sacado las noticias sobre las cuentas en Suiza hasta que los medios internacionales publicaron el escándalo.
No deja de ser curioso que en el momento en que a Pablo Hassel le van a meter en la cárcel por contar todo lo que los medios de comunicación por fin han contado (con cuidado). Tiene guasa que por delitos contra el honor de la corona alguien sea privado de libertad y el rey defienda la importancia de contar la verdad al mismo tiempo.
¿No le parece? No me conteste, por si acaso.
