En la larga batalla por la libertad que muchos españoles hemos vivido, me viene siempre al recuerdo, el término acuñado por Isidoro (Felipe González), de -ganar parcelas de libertad- evidentemente contra la dictadura, en la que conseguir una macetilla de tierra te podía costar y, les costó a muchos, más de algunas penalidades de represión y cárcel. Esa estrategia parcelaria supuso al PSOE un diáfano disgusto sobre sus expectativas electorales, porque según se analizó facilitamos el crecimiento en votos de algunos partidos de izquierda, de los que no se puede excluir su lucha, distrajeron la potencialidad socialista.
Aquello era realmente música y letra de las que con sangre entran, ahora nos tiene más que distraído de las otras grandes urgencias de nuestro difícil orden del día, por la sentencia de prisión del para la inmensidad ignoto rapero, Hasel, según se reitera, víctima de un atentado contra la libertad de expresión por las letras de sus “rimerillas” cacofónicas.
Pertenezco a una familia política para la que la libertad es parte de su esencialidad, y cualquier cortapisa a ella la detestamos. Nos distinguimos de aquellos comunistas de -¿libertad para qué?, y me extraña que algunos de los que dicen conservar aquella esencia soviética, hayan caído en aquella “enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo” que le sirviera para un ensayo a su apóstol Lenin.
Sabemos que las democracias son perfectibles, seguro que hay que profundizar en el capítulo de la libertad de expresión, pero de eso, a violentar la sociedad con actos vandálicos amparados en manifestaciones pidiendo la libertad del rapaz rapero, me resulta intolerable. Hay razones más que a cientos para manifestar nuestros descontentos con la que está cayendo, pero al creer en la sinceridad de muchos manifestantes, no creo que los que queman contenedores, arrojan peñascos, rompen escaparates y saquean tiendas, crean en otra libertad, que la de padecerlos los demás.
Del singular juglar de Lérida, nos han hecho conocer algunos de sus inigualables textos de testosterona de assimil. Tengo ante mí un libro que me dedicó mi impagable amistad con don Manuel Alvar, exdirector de la RAE: La Lengua De…, dónde analizaba los enfáticos errores lingüísticos de los actores políticos y de distintas ramas sociales de finales de los ochenta. No sé si hubiera merecido su atención el cancionero del rapero, creo que no, pero su análisis nos hubiera dado muchas pistas de que es mejor callarse, que gruñir en cochiquera.
Curro Flores