Hoy se cumplen 40 años, -¡como pasa el tiempo! del golpe de Estado del 23F de 1981. Militares y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado español, junto, según indican varios historiadores y militares, a su Jefe, el Rey Juan Carlos I de Borbón. Fue un día, una tarde noche, exactamente, larga, muy larga. Donde un personaje destacó por encima de todos por su irrupción en el Congreso de los Diputados y lo que aconteció allí. Hablamos del teniente coronel de la guardia civil, Antonio Tejero Molina, del que ya habíamos recordado sus palabras.
En mayo de 1981, Tejero era señalado por muchos como el principal responsable del intento de golpe de Estado sucedido unos pocos meses antes, concretamente el 23 de febrero. El hombre que había hecho tambalear durante unas horas la democracia había sido llevado preso al Castillo de la Palma de Ferrol, una cárcel militar en la que Tejero pudo estar a sus anchas. Eso es algo que pudo comprobar el primer periodista que lo entrevistó tras el 23 F, un alemán llamado Erik M. Rickert que trabajaba para el semanario «Stern».
Hay poco en los papeles desclasificados por la CIA sobre Tejero, como tampoco parece existir algo en instituciones donde sería lógico encontrar documentación sobre el tema, como es el caso de la Ronald Reagan Library. Puede que la explicación sea que en aquellos días, la administración Reagan consideró sin más el suceso como «un asunto interno». Lo poco que se ha desclasificado demuestra que la Agencia sí tenía curiosidad por el personaje hasta el punto de encargar que se tradujera al inglés el texto de Rickert editado en alemán.
Su encuentro con Tejero demuestra los muchos privilegios que rodeaban a quien era el más célebre preso en España en ese tiempo. «La celda de Tejero es una oficina cómodamente amueblada con vistas al mar. El teniente coronel viste un uniforme de la Guardia Civil recién planchado y está del mejor humor». El golpista bebía coñac y estaba acompañado por dos matrimonios de su edad que habían ido a visitarlo. Rickert comprobó que en un mesa se amontonaba la correspondencia para el hombre que entró en el Congreso con una pistola, «incluyendo largos telegramas de agradecimiento».
Entre otras muchas cuestiones Tejero le preguntó al periodista sobre la consideración que tenía la derecha en Alemania. El periodista, que captó la intencionalidad de la cuestión, respondió con «era diferente hace cuarenta años». Esa contestación hizo que el ex teniente coronel replicara ante todos los que lo rodeaban en la celda que «eso es lo que necesitamos hoy: hombres como Hitler y Franco».
Volviendo a la entrevista que pueden leer extensivamente en el diario La Razón, y guardada en los archivos de la CIA, Antonio Tejero se despidió de su supuesto admirador firmándole un autógrafo en las páginas de un periódico. Mientras salía de la cárcel, Rickert tenía el convencimiento de que aquello no tenía nada de lugar de castigo para quien había hecho tambalear al Estado. Aquel complejo parecía un refugio en el que Tejero podía beber coñac sin complejos…