Las incongruencias entre Francia u otro país y España dentro de la Unión Europea son significativas, una de ellas es la manera en la que la justicia trata a sus jefes de Estado. El expresidente francés Nicolas Sarkozy ha sido condenado por un caso de corrupción y tráfico de influencias de cuando era presidente de la República. El rey emérito ha hecho cosas mucho peores, igual que sus presidentes de Gobierno y son inmunes a ser investigados, por complicidad con la justicia.
La pena a Sarkozy es de tres años de prisión; uno de ellos es de obligado cumplimiento, y los otros dos están condicionados a las futuras sentencias contra el expresidente francés. Sobre esta decisión de la justicia, sin embargo, hay opción de recurso ante el tribunal de casación. Nicolas Sarkozy, en teoría debería ingresar en la cárcel, pero no irá aún a prisión, porque además la justicia le da la opción de cumplir la condena desde casa, con pulsera telemática. En cualquier caso quedaría recluido.
Además de Nicolas Sarkozy, también han sido declarados culpables su abogado, Thierry Herzog, y el juez Gilbert Azibert. La justicia considera que hubo un pacto entre los tres. Sakorzy y Herzog intentaron sobornar al juez para saber qué información tenía la justicia sobre la financiación de sus campañas para las presidenciales. Algo que aquí se hubiera hecho gratis y sin problemas, con la maquinaria de las Cloacas del Estado, tal como nos tienen acostumbrados.
El tribunal de París que lo ha juzgado considera que hubo «un pacto de corrupción» al intentar obtener información confidencial sobre una investigación abierta. Huelga decir que la actuación que ha condenado el expresidente francés hace reír si lo comparamos con todo lo que el emérito ha hecho o los presidentes de gobierno del PP y del PSOE o de los gobiernos territoriales de Madrid. Todos han salido impunes.
