Han pillado al cántabro Revilla, en privado, afirmando que «Madrid va a ser una bomba dentro de 15 o 20 días» y, acto seguido, «La Vanguardia» publica un artículo de 950 palabras y un mapa titulado «Madrid acumula el 40% de los contagios en España». Y sin vacunas para todos.
Hago la cuenta y «dentro de 15 o 20 días», a los millones de madrileños que quieran votar les faltarán otros 15 o 20 para formar las colas ante las urnas, o las habrán formado para votar por correo. Algunos acudirán a actividades de la campaña electoral.
Cientos de miles se abstendrán por miedo y la democracia que salga será de peor calidad.
Por eso sorprende que «La Vanguardia» no se refiera al riesgo para la salud y la vida de miles de madrileños que suponen las elecciones del 4 de mayo.
Hacer referencia en una noticia al peligro que se cierne sobre Madrid no es opinión oportunista sino evidencia basada en unos antecedentes tan parecidos como los de las elecciones catalanas del 14 de febrero.
Cinco semanas antes del 14F el «número de casos por cada cien mil habitantes con inicio de síntomas catorce días antes», según el ministerio que abandonaba Salvador Illa, era de 159, por tanto, un 9% más alto en Catalunya que en el resto de España.
Dos semanas después del 14F ese mismo «número…» era un 50% más alto en Catalunya que en resto del mismo Reino, lo que significa que, en términos relativos (los únicos que dicen toda la verdad), el impacto de la pandemia se multiplicó por 5,6 veces en la única C.A. que celebró elecciones en 2021.
Y, casualmente, durante las elecciones. Y menos mal que la tercera ola ya venía de «mar vieja».
Hoy es 28 de marzo y quedan cinco semanas hasta el 4 de mayo. En Madrid, el mismo «número de casos…» es de 124. En el resto de España, 54. Por tanto, la incidencia de la pandemia es un 230% más alta en la segunda C.A. que celebrará elecciones en 2021.
Aunque el ritmo global de contagios no aumente, que ya es mucho pedir con una cuarta ola que viene y de viento que arrecia, y aunque también los madrileños hagan las colas el 4 de mayo con el mismo cuidado que las hicieron los catalanes el 14 de febrero, la «bomba» de Revilla podría ser como la de Hiroshima. Pido comprensión por el exceso, pero debe tenerse en cuenta que en la 2GM murieron 37 veces más personas de las que lleva sumadas la pandemia.
Y, como ocurrió en la Catalunya del 14F, aumentarán también los muertos por los «contagios electorales» en el Madrid del 4 de mayo.
Pero no habrá nadie interesado en destacar los «contagios electorales» de la pandemia, porque, por activa o por pasiva, todos están implicados.
Ayuso disolvió la Asamblea de Madrid y convocó elecciones para un resto de legislatura de solo dos años porque «le iban a presentar moción de censura».
¿Se puede saber porqué no hizo como los murcianos del PP y negoció con los de Ciudadanos? ¿Es que acaso salvar vidas no es más importante que fichar a dos o tres tránsfugas más?
Se comprendería si la política española estuviera limpia como una patena, pero resulta que bate récords de corrupción en Europa.
Isabel Díaz Ayuso, IDA en Madrid, será la culpable directa y principal de las víctimas de la pandemia que se deriven de las elecciones que ha convocado.
El PSOE y Más Madrid vieron la oportunidad de conquistar la Puerta del Sol y presentaron moción de censura, pero, cuando comprobaron que habría urnas, deberían haber retirado la moción de censura y dejar a IDA sin excusa para seguir adelante con los «contagios electorales» que no podrán evitarse.
Resulta que Errejón y Gabilondo, tan sensatos, no han hecho todo lo que estaba en sus manos por la salud pública de los madrileños y, por tanto, se han convertido en cómplices por no decir que no a una oportunidad de poder político casi a cualquier precio.
Por lo que se refiere a la salud pública, la cosa puede empeorar. Y mucho, Cada vacuna de más que Sánchez envíe a Madrid, presionado por la muy ambiciosa IDA, para que los «contagios electorales» no se multipliquen el 4 de mayo, será una vacuna menos para el resto de CC.AA., inocentes del delito que, en mayor o menor grado, toda la clase política está cometiendo en Madrid.
Y, hablando de democracia, debemos regresar a los antecedentes. Las abstenciones en el País Vasco, en Galicia y en Catalunya aumentaron, respecto de las mismas elecciones anteriores, un 123%, un 141% y un 222% respectivamente.
Hay que tener en cuenta que las vascas y gallegas se celebraron el 12 de julio de 2020 y los totales de contagiados y fallecidos durante las dos semanas anteriores en toda España habían sido de 6.983 y 60, respectivamente.
En cambio, los mismos contagiados y fallecidos durante las dos semanas anteriores a las elecciones catalanas fueron de 50.155 y 6.368.
Es decir, 7,2 y 106,1 veces más de contagios y de muertos entre la fecha de unas elecciones catalanas impuesta por una Justicia fría y cruel, y la de unas vascas y gallegas que se anticiparon, sin que nadie rechistara, para aprovechar la bajamar pandémica.
Y hablando de las elecciones anticipadas de 2020 en el País Vasco, ¿alguien recuerda la indecencia de un Tribunal Supremo que tardó casi dos años en aplicar la sentencia absolutoria de 2018 emitida por el TEDH sobre el «caso Bateragune», de tal forma que Otegui no pudo encabezar la candidatura de un EH Bildu que, a pesar de esa nueva injusticia, consiguió consolidar el segundo puesto en las urnas y recortar 5,13 puntos su diferencia en votos con el PNV?
Cierro paréntesis para preguntarme porque los políticos y los jueces de todos los colores españolistas tratan con tanta crueldad y desprecio a la sociedad que le paga los sueldos y me encuentro a Javier Mato trabajando en la biografía de Carlos Zayas, «encarcelado en los 50 por oponerse a la dictadura», y que en los 70, «literalmente, llevó a Felipe González por toda Europa, consiguiendo… que el poderoso SPD alemán lo financiara».
Pero sigue Mato: «Tras la muerte del dictador llegaron las elecciones constituyentes. Zayas es elegido diputado y ahí empieza su gran desengaño. Constata que ni a él ni a ningún otro diputado la dirección les pregunta o consulta nada. Felipe y su camarilla cortesana tenían todo el poder y de los diputados solo se esperaba su ratificación acrítica».
¿Alguien se atreverá a ser el primero en respetar la vida y la mejor voluntad política del pueblo aplazando unas elecciones hasta que amaine una pandemia que ningún legislador pudo imaginar?
O, al menos, hasta que se garantice el voto telemático sin salir de casa.
Si los políticos de hoy no son capaces de llegar a un Pacto de Estado para aplazar las elecciones que Díaz Ayuso ha convocado para el 4 de mayo de 2021 no nos debe extrañar que, mañana, los libros de historia califiquen tal convocatoria de Crimen de Estado. Sus responsables aparecerán con nombres y apellidos.
A nosotros no nos hará falta vivir tanto tiempo para conocerlos.