El Coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad del Covid-19, avanza por todo el planeta sumando más de 3 millones de fallecidos y más de 139,9 millones personas infectadas. Las mascarillas han sido adoptadas prácticamente por la totalidad de países, y los habitantes del planeta las utilizan para protegerse del coronavirus como principal barrera anticovid. Pero los mensajes de las autoridades de la salud pueden ser algo contradictorios, sobre si son o no un método eficaz suficiente para prevenir el contagio entre personas, dado que a la que se baja la guardia y sin contactos directos, sube la cuenta de contagios. ¿Por qué?
Desde el principio nos hablaron de las gotas de saliva que se pueden exhalar al hablar, o peor si hay tos o estornudos, o del peligro de tocar cualquier cosa que previamente haya podido tocar un enfermo de Covid sin saberlo, por eso la recomendación obligatoria de utilizar geles hidroalcoholicos, etc., como prevención. Pero desde hace menos de un año hasta aquí, la mayoría de los expertos tiene claro que la clave está en los aerosoles: gotas tan diminutas que quedan flotando en el aire, como si fuera humo. De ahí viene la preocupación por los espacios interiores y la necesidad de ventilar.
La revista británica ‘The Lancet’ vuelve a analizar el problema, esta vez lo hace con un artículo que firma un grupo internacional de especialistas, entre los que se encuentra el físico español José Luis Jiménez, de la Universidad de Colorado en Boulder (EEUU), quienes llegan a la conclusión de que el Covid-19 se transmite predominantemente a través del aire. Más que por contacto con otro contacto. El análisis de numerosas publicaciones científicas relacionadas con este problema, liderado por la Universidad de Oxford, da paso a 10 ideas que resumen los conocimientos acumulados hasta ahora.
Los estudios muestran que las tasas de transmisión del SARS-CoV-2 son mucho más altas en interiores que en exteriores, pero que se reducen en gran medida cuanto el interior está ventilado. La ‘transmisión silenciosa’ (asintomática o presintomática) sería otra prueba de esta forma de contagio, así como el hecho de que se han documentado infecciones en personas que contaban con equipos de protección frente a las gotas, pero no frente a los aerosoles.
Estos científicos insisten en su exposición en que los estudios más avanzados dejan claro que el SARS-CoV-2 es viable en el aire durante horas. Además, se ha encontrado en filtros de aire, algunos en hospitales. Asimismo, se ha comprobado la transmisión aérea en estudios con animales enjaulados: separados en jaulas diferentes y conectados por un conducto de aire, la única explicación posible a la infección de los no contagiados era la transmisión del virus por aerosoles.
Jiménez afirma en una nota de prensa. “La evidencia que respalda la transmisión aérea es abrumadora”. En su opinión, es urgente que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras agencias de salud pública “adapten su descripción de transmisión a la evidencia científica para que el enfoque de la mitigación se ponga en reducir la transmisión aérea”. El mensaje debe ser claro: nos contagiamos cuando inhalamos los aerosoles de un infectado…