sábado, 23 de noviembre del 2024

Por un referéndum en Tinduf

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Ouarzazi Abdel-Wahed
Ouarzazi Abdel-Wahed
Profesor agregado de Economía (Bélgica) Licenciado en Economía y Gestión por la Universidad de Grenoble (Francia) Ex responsable de Educación en Derechos Humanos de Amnistía Internacional Ex miembro de la Comision Políticas Migratorias en representación de la Delegación Provincial de Cultura de Cádiz
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La población saharaui confinada en los campamentos de la Hamada argelina, al sur de Tinduf, no es más que una tragedia humana. El relato político y propagandístico sobre el cual se erigieron está agotado en favor de una Autonomía del Sáhara, bajo plena soberanía del Reino de Marruecos.

Asimismo, el proyecto nacional-comunista del Polisario, diluido en el programa expansionista argelino, anticapitalista, antimonárquico y particularmente antimarroquí, se ha extinguido sin estrépito. Consecuentemente, la población retenida en Tinduf ha sido y es víctima del Polisario, quien tenía sus propios planes, ajenos a los intereses de los saharauis y a quien pretende representar a través de Argelia.

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Varios fueron los grupos de liberación del Sáhara, a saber, el MLS (Movimiento de liberación del Sahara, 1968), MOREHOB (Movimiento Revolucionario de los Hombres Azules, 1969), el PUNS (Partido de unión nacional saharaui, 1974) y el F.L.U (Frente de liberación y de Unidad, 1975).  El Polisario (Frente Popular de Liberación de Sakia al Hamra y Río de Oro, 1973) fue gestado, en Marruecos, por estudiantes izquierdistas mayoritariamente marroquíes. Todos estos grupos se unieron a Marruecos salvo el Polisario que era una organización paralela, tras la cual Argelia camuflaba sus pretensiones.

El proyecto del Polisario se fundamentó en un texto, de inspiración comunista, donde destacaba su ideología y su alienación como sigue: “El Polisario va a cooperar con la revolución argelina para hacer fracasar las maniobras urdidas contra el tercer mundo… La libertad se logra con el fusil”. Así fue como el Polisario se echó, con la población tomada como rehén, en el regazo de una Argelia satélite de la URSS, que pretendió erigirse en baluarte de los movimientos de liberación de los pueblos, pero incapaz de liberar la Cabilia, con lengua y cultura propias, que está siendo reprimida por los militares argelinos.

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El Polisario fue acogido, financiado y entrenado por Argelia, la Libia de Gadafi, Cuba, Venezuela y la URSS, en su momento. De modo que Marruecos ha estado luchando, durante 16 años (1975-1991), contra el bloque comunista en todo su esplendor. Cabe señalar que Argelia apoyó y dio cobijo a ETA y al separatista canario Cubillo, jefe del MPAIAC, al que permitía emitir, desde una radio argelina, su propaganda independentista. Por su parte, el Polisario, en el “manifiesto político” de su 3er Congreso de 1976, calificaba Canarias como una “base militar del imperialismo”. El separatista Cubillo manifestó, desde su exilio en Argelia, que “Utilizaría el territorio del Sáhara en su lucha armada contra el archipiélago canario” (ABC, 26 febrero 1978). A su vez, la dictadura militar argelina presentaría ante la Organización para la Unidad Africana (hoy Unión Africana, UA) la cuestión de la “descolonización” de las Islas Canarias. Ante lo cual, Marruecos votaría en contra declarando por entonces, 1978, que “Canarias es parte íntegra del territorio español… y que no reconoce ni a Cubillo ni a su organización separatista”, al tiempo que delegaciones de partidos españoles izquierdistas llegaban a Argel para conmemorar el II aniversario de la república del Polisario. Fue en este contexto, y siempre desde Argelia, que el Polisario emprendería sus actividades al atentar contra inocentes civiles, asesinando y secuestrando vilmente a pescadores canarios y trabajadores de la mina de Fosbucraá al Sur de El Aiún. La Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo (ACAVITE) calcula en unas 300 víctimas españolas del Polisario, y afirma que los autores campan aún a sus anchas sin ser juzgados.

En sus inicios, el Polisario se interesó igualmente por los soldados saharauis recién licenciados por el ejército español para su lucha y se empleó a fondo en el secuestro de la población. Todo joven que no se alistaba en el Frente era secuestrado y encarcelado, como fue el caso de Mrabbih Rabbou Maoulainine, entre muchos otros. Sus familias han tenido que abandonar sus hogares para juntarse con sus hijos rehenes en Tinduf y otras fueron engañadas. Más tarde, en sus escaramuzas en el interior del Sáhara marroquí, el Polisario se llevaba en su retirada, como trofeo, a familias saharauis enteras para su confinamiento en los campamentos. La población fue su baza para sostener el relato de que Marruecos es un país colonizador (Ana de Palacio, exministra de Asuntos Exteriores de España – Atalayar, 19 de marzo de 2021).

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Mientras el Polisario dispone de tanques rusos de 1 millón de euros, la población saharaui lleva más de 45 años de miseria extrema. Además, está vetada a desarrollar cualquier tipo de actividad económica que genere riqueza y redunde en la mejora de su situación, pues esto supondría el empoderamiento de los individuos y la legitimación de su confinamiento. El lema del Polisario, que dice representar a los saharauis, es “cuanto peor lo pase la población, mejor”. Así, los saharauis siguen privados de lo más mínimo vital para sobrevivir en un lugar yermo e inhóspito, y en un estado lamentable de desnutrición. Todo ello agravado por la continua represión de las rebeliones dentro de los campamentos

Importantes ayudas de la ONU, de la agencia ECHO de la Comisión Europea, de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) y de numerosos ayuntamientos, asociaciones pro-Saharaui y Comunidades autónomas de toda España se destinan a este efecto y, aun así, las condiciones de vida de los saharauis siguen siendo penosas. Argelia y el Polisario señalan que hay entre 150 y 170 mil saharauis confinados, a la vez que se niegan a un censo independiente y definitivo. Organizaciones neutrales estiman entre 70 y 90 mil. La ONU insta a ambos a un censo real y al que supedita la ayuda humanitaria en un momento en que las sospechas de fraude se confirman. Informes de la OLAF, oficina antifraude de la UE, han demostrado la existencia de desvíos masivos de las ayudas concedidas. Y Bruselas acusa directamente a Argel de malversación de fondos.

Es innegable que estos campamentos habían generado ventajas políticas, logrando en un principio manipular la opinión pública izquierdista en plena guerra fría. Pero eso es agua pasada. En la actualidad, se ha probado que se trata de un instrumento de chantaje político y de una fuente de ingresos. Es por ello que el propio principio abyecto por el que fueron creados haya sido invalidado. Así, el Polisario, rehén a su vez de Argelia, ha convertido a los libres nómadas saharauis en hombres y mujeres atados a una estaca en medio de la nada, mendigando ayuda internacional, mientras las Provincias del Sur del Reino están en pleno desarrollo económico y necesitadas de sus hombres y mujeres. Provincias dotadas de modernas infraestructuras gracias a la implicación del propio rey Mohamed VI y a la participación directa de los propios saharauis. De hecho, los regentes del Sáhara, alcaldes, gobernadores provinciales y regionales son, todos ellos, saharauis. Y muchos son retornados, entre los cuales se encuentran fundadores y exdirigentes del Polisario.

La cuestión del Sáhara está zanjada y la incertidumbre de la población de Tinduf queda así despejada.  Además, las pretensiones polisario-argelinas están ampliamente superadas por las nuevas dinámicas geoestratégicas abiertas por Marruecos en el continente africano, siendo a la vez actor y director de las mismas. De modo que la batalla geopolítica se está librando en el plano del progreso de las naciones de África, del desarrollo humano como freno a la inmigración y de la seguridad frente al terrorismo, lejos del anacronismo retrógrado del Polisario y de su mentora Argelia que buscan desestabilizar la región.

La comunidad internacional tiene el deber moral de poner fin a este calvario instando a Argelia y al Polisario a permitir el retorno de los saharauis de Tinduf abriendo un corredor humanitario. Human Rights Watch ya había advertido de que la población confinada en Tinduf no tenía la plena libertad de movimiento ni estaba autorizada a abandonar los campamentos.

¿Podría la ONU mandatar una misión para un referéndum sobre el retorno de los rehenes de Tinduf? Pues urge identificar y censar a la población retenida y celebrar un referéndum con el “SI” o el “NO” al retorno a la madre patria.

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