Las paradas de libros y de rosas, y los compradores, han vuelto a las calles este Sant Jordi atípico después del paréntesis del año pasado por la pandemia. Aunque sin las aglomeraciones de otros años, son muchos los que se han animado a volver a pasear este día. Y hay una gran afluencia en los espacios delimitados, que controlan el aforo para evitar aglomeraciones y que están repartidos por todo el país.
Uno de los puntos de la ciudad de Barcelona que se ha habilitado para poner paradas es la plaza Real junto a una Rambla históricamente llena, punto neurálgico de todo San Jorge pero este año, sólo autorizada a tener puestos de rosas, aunque que se han reunido numerosas personas.
La fiesta se vive de manera más descentralizada. Las paradas de libros y rosas son sólo de profesionales y en espacios donde se pueden cumplir los protocolos sanitarios. Cada municipio ha buscado el lugar más adecuado. En Girona, por ejemplo, en la explanada de la Copa; en Tarragona, en la Rambla Nova; y en Lleida, en la avenida Francesc Macià.
En Barcelona, los puestos se reparten por once espacios perimétricos, con controles de aforo. Son espacios de sentido único, que están abiertos de las nueve de la mañana a las ocho de la tarde. Hay en el paseo de Gracia, la plaza Real, el paseo de Lluís Companys, además de plazas en los barrios. El objetivo es fomentar la compra de proximidad.