jueves, 21 de noviembre del 2024

La guerra del agua en Ucrania: un análisis donde centrar nuestra atención

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Beatriz Talegón
Beatriz Talegón
(Madrid, 5-5-1983) Licenciada en Derecho por la UAH, estudios en economía del desarrollo por la LSE en Pekin. Analista política. Ex Secretaria General de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas Actualmente colabora como analista política en distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión).
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Se estima que desde el año 2014, en el que comenzó el conflicto entre Ucrania y Rusia, han fallecido más de 13.000 personas. 

Uno de los daños colaterales de este conflicto está siendo la situación en la que se encuentran lugares como Orlovske, una población situada a escasos kilómetros de la primera línea de combate, al este de Ucrania. 

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Se trata de un lugar aislado, como otras tantas poblaciones que no disponen de acceso al suministro de gas o agua debido a los daños colaterales del conflicto. El único contacto que tiene Orlovske es con Mariupol, la ciudad más cercana.

Disponen de un pozo donde los vecinos acuden a por agua, pero ésta no es potable, algo que a veces han de pasar por alto ante la escasez, pues el camión cisterna llega una vez a la semana para tratar de servir a toda la población.

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Las tuberías de agua, uno de los objetivos de ataque

El asedio de la población a través del ataque a las tuberías de agua es una de las constantes que vienen sufriendo los vecinos de las distintas localidades cercanas a la línea de combate. Las tuberías de agua provienen del norte de Ucrania y suelen ser un objetivo de los ataques, dejando sin agua a grandes poblaciones como Donetsk, donde hay un millón de habitantes. También sucede en ciudades cono Holivka, con 600.000 habitantes.

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Según ha indicado Sebastien Truffaut, responsable de agua, saneamiento e higiene de UNICEF en Ucrania, en declaraciones recogidas por Euronews, «la situación es única». «Las grandes ciudades se concentran alrededor de áreas con mucho carbón pero poca agua, lo que las hace depender de agua que procede de lugares lejanos», ha explicado.

La mayoría de las tuberías que suministran el agua se rompen con facilidad, al tener ya muchos años, y el principal problema es que nadie puede acudir a repararlas por la situación de conflicto. UNICEF estima que el 60% de todas las tuberías necesitaría ser reemplazado, pero en este momento nadie quiere hacer la inversión ni asumir los riesgos que comporta.

Durante el pasado mes de julio se produjo un alto el fuego, momento en el que se aprovechó para intentar arreglar las tuberías que había rotas. Se notó una mejora, pero ha durado poco una vez que el conflicto se ha puesto en marcha de nuevo.

Se han registrado 136 ataques a instalaciones e infraestructuras de agua en el año 2017, 98 en 2018, 88 en 2019 y 61 en 2020. En lo que va de año 2021 se han registrado ya cuatro ataques.

Las principales empresas de reparación explican que han presenciado varias situaciones de máximo riesgo, como tiroteos o explosiones de minas mientras trabajaban en la zona de combate. Por eso nadie quiere acudir a trabajar allí. Tampoco la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) considera que sea un lugar seguro para intervenir.

Según los cálculos realizados por UNICEF en 2019 sería necesario hacer una inversión de 170 millones de dólares para poder llevar a cabo las reparaciones más urgentes. La colaboración de organizaciones internacionales está siendo fundamental para poder llevar a las viviendas agua para el consumo básico.

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