viernes, 22 de noviembre del 2024

Hablemos de Ceuta, hablemos del Sáhara ¿qué está pasando?

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Beatriz Talegón
Beatriz Talegón
(Madrid, 5-5-1983) Licenciada en Derecho por la UAH, estudios en economía del desarrollo por la LSE en Pekin. Analista política. Ex Secretaria General de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas Actualmente colabora como analista política en distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión).
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En España no se ha querido abordar un hecho, de extrema gravedad, durante más de cuarenta años. Y ahora es complicado que la ciudadanía española entienda por qué se envía al ejército español a Ceuta, por qué se habla de la soberanía española sobre las ciudades autónomas y por qué Marruecos ha actuado «enviando» a miles de personas explicando que esto es «consecuencia» de «algo».

¿Qué está pasando? ¿De qué es consecuencia lo que estamos viendo? ¿Cuál es el problema de fondo? Todo esto se define en un concepto: el del Sáhara Occidental.

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En 1884 España reclamó, durante la conferencia de Berlín en la que potencias internacionales se repartieron África como si fuera un pastel, el territorio situado entre el cabo Bojador y el cabo Blanco. Fue así como, a partir de 1885 comenzó la construcción de Vila Cisneros y el establecimiento de las factorías en Río de Oro y Cabo Blanco. Pero de ese «acuerdo» al que se suponía que se había llegado con el jefe saharaui Adrar el Tmarr no hubo prueba, por lo que españa no pudo establecer su soberanía sobre el territorio, hasta que se firmó el tratado de París. Fue entonces cuando quedaron marcadas las fronteras y Francia y España se repartieron aquella zona y el gofo de Guinea.

Desde 1900, en base a los acuerdos a los que llegaron estos dos países, España pasó a administrar los territorios de Rio de Oro y Saguía el Hamra, formando la provincia del Sáhara Español en 1958. No entraré en detalles sobre cómo se fue configurando el mapa. Dejémoslo que entre acuerdos por aquí, desacuerdos por allá, durante la Segunda República española se llegó a un acuerdo amistoso con el pueblo saharaui confirmando la administración del territorio por parte de España.

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Pero poco después llegó el momento de descolonizaciones, y fue cuando Francia reconoció la independencia de Marruecos. Un efecto en cascada, que suponía entonces que Marruecos a su vez, exigiera el dominio de la zona del Sáhara Occidental. Los saharauis, por su parte, comenzaban a exigir su libertad: no sólo respecto a lo que reclamaba Marruecos, sino a lo que ya era de facto, su dependencia de España.

Es como, en 1973 nace el Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro, mas popularmente conocido como POLISARIO. Y comienzan a actuar de forma armada con el objetivo de independizarse de la administración española. España creó el Partido de Unión Nacional Saharaui, PUNS.

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En vista de la tensión existente, fue España quien propuso llevar a cabo un referéndum de autodeterminación en 1975, como solución para encontrar respuesta al conflicto de manera pacífica. Marruecos maniobró para forzar que este referéndum no se celebrase.

Lo que alberga el territorio del Sáhara Occidental es precisamente el trasfondo del conflicto: además de la riqueza pesquera de la zona, estos territorios contienen en su interior una enorme cantidad de materia prima como fosfatos, hierro, petróleo, gas… además de ser un enclave geoestratégico de muchísimo interés. Tanto como para que Estados Unidos también estuviera muy pendiente de lo que allí sucedía.

Llegó el momento en que Juan Carlos de Borbón se disponía a tomar el trono, y el asunto del Sáhara era un problema para establecer relaciones con su colega marroquí. Por eso acordaron, en secreto, que España dejaría en manos de Marruecos la administración del Sáhara, discretamente, para mantener así una relación «cordial» con su aliado norteafricano. En esta historia hubo presión internacional añadida, sobre todo de los norteamericanos, por lo que el papel de la intervención de Kissinger también es necesario mencionarlo.

Pero lo más importante de todo esto, en mi opinión, es que España no informó absolutamente de nada de todo esto a sus ciudadanos de la región del Sáhara. Básicamente los dejó abandonados a su suerte. Y por eso, cuando en octubre de 1975 Marruecos organizó la «marcha verde», fue la constatación de que España les había vendido. Se escenificó una especie de conflicto donde España parecía defender a sus ciudadanos españoles, pero en realidad, todo derivó en la firma de un acuerdo en el mes de noviembre en Madrid, donde España se marcharía del Sáhara el 28 de febrero de 1976, y hasta ese momento, compartiría la gestión con Marruecos y Mauritania. Pero nadie preguntó a la ciudadanía saharaui sobre el asunto, estando radicalmente en contra desde el Frente Polisario.

Fue cuando llegaron las tropas mauritanas y marroquíes con el obetivo de establecerse en las ciudades del Sáhara Occidental: Smara, El Aaiún, La Güera, Villa Cisneros. Los saharauis tuvieron que salir de allí, pues sus vidas corrían peligro y se instalaron en medio del desierto en asentamientos que serían bombardeados.

Y de esta manera fue como Argelia abrió sus puertas para «recibir» al pueblo saharaui en los campos de refugiados, donde llevan viviendo desde entonces.

El 26 de abril de 1976 los soldados españoles abandonaron el Sáhara en cumplimiento del «pacto». Y mientras las tropas mauritanas y marroquíes comenzaban a ocuparlo todo, el Polisario proclamó al República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Pero la maquinaria seguía funcionando sin respetar en absoluto la voluntad del pueblo saharaui: el 14 de abril Mauritania y Marruecos firmarán un acuerdo en Rabat donde se repartirían la administración del territorio.

Mauritania renunció a su administración del territorio saharaui en 1979, firmando La Paz con el Frente Polisario en el Acuerdo de Argel. Pero la parte que administraba pasó a manos de Marruecos. Se producía así otra traición más al pueblo saharaui.

La República Saharaui ha ido poco a poco obteniendo reconocimiento en el plano internacional. Lo que propició que desde las Naciones Unidas se forzase a Marruecos a reconocer el derecho del Sáhara a convocar un referéndum para que su población decida sobre qué administración quiere ser gobernada. Un referéndum que nunca llega porque todo son pegas: quién debe estar censado es una de las cuestiones fundamentales objeto de disputa.

Como el Polisario consideraba que el censo válido debería ser el que estuviera vigente en 1974, momento en el que España deja su administración, Marruecos está posponiendo la celebración del referéndum, sabedora de que la población irá envejeciendo y que poco a poco conseguirá ir ganando votos a costa de ocupar los territorios de la zona ofreciendo casas, trabajo y derechos que a los saharauis defensores de la república independiente les son negados.

La situación sigue encallada, y por este motivo en la década de los noventa desde Naciones Unidas creó un cuerpo específico para abordar esta cuestión: la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental, comúnmente llamada MINURSO. Se suponía que la consulta se haría en 1992. Y no se hizo. Por el censo. Y mientras tanto, Hassan II continuaba con su política de hechos consumados, dividiendo el territorio y ocupándolo.

En 1999 se hizo un censo. Pero no referéndum.

En 2000 se hizo otro censo. Tampoco hubo referéndum.

Lógicamente el Polisario se va desesperando y exige a la MINURSO que proponga un plan sobre la mesa, y más aún, exige al Consejo de Seguridad de la ONU que elabore un informe sobre la vulneración de derechos que viene sufriendo el pueblo saharaui, sufriendo una escalada descomunal durante la primera década de los 2000. Anunciaban desde el Polisario que, de no obtener respuesta, se reservaban el derecho de tomar la vía armada de nuevo.

Y así fue como el año pasado, el Polisario anunció que el alto el fuego con Marruecos se rompía, declarando el estado de guerra con Marruecos, del que no se ha hablado en España. Esto sucedía en noviembre de 2020. El detonante fue la acción violenta de Marruecos para reprimir una manifestación pacífica del pueblo saharaui en la zona del Guergerat.

Un breve resumen, que obviamente ha pasado por encima de la cantidad de detalles fundamentales que muestran el posicionamiento de las distintas potencias internacionales sobre el terreno y la cuestión del Sáhara. No es correcto resumir así porque el análisis puede quedar superficial, pero bien sirve para entender un poco lo que ha venido sucediendo y por qué hemos llegado hasta aquí.

En plena crisis entre el Polisario y Marruecos desde noviembre de 2020, aparece Donald Trump en escena, presidente entonces de los EEUU, reconociendo la legitimidad del Sáhara y su república independiente, lo que calentó aún más las tensiones internacionales. El mundo comenzaba a darle la espalda a Marruecos, el gran amigo de España.

Alemania también lanzó mensajes claros de su condena a la actuación marroquí. Y el Sáhara cuenta también con el apoyo de potencias como la rusa. Todo es discreto pero cada vez menos. Y claro, Marruecos le exige a España que se moje, y ésta intenta seguir silbando mientras mira hacia otro lado.

Pero por lo que se ve, la llegada de Brahim Gali, el jefe del Polisario a España para ser atendido en un hospital de La Rioja, ha generado tal cabreo en Marruecos, que ya advirtió de que esto tendría consecuencias.

Precisamente Gali entró en España con identidad falsa y nacionalidad argelina, pero pronto saltó a la luz que se encontraba atendido por la sanidad pública ante un cuadro grave de COVID. Gali había sido llamado a declarar ante la Audiencia Nacional por unos supuestos crímenes de genocidio, y no se presentó nunca, considerando que esto no era más que una treta de Marruecos utilizando la justicia española como arma contra los saharauis.

Hubo unos días en los que parecía que Gali tendría que comparecer ante la Audiencia Nacional, pero finalmente, el Gobierno de España dejó claro que no. Y esto supuso un aumento de la tensión por parte de Marruecos que ya había dejado caer en diciembre aquello de que tanto el Sáhara, como Ceuta y Melilla eran territorios marroquíes y no españoles….

Así que en estas nos encontramos: una vez que aparece en España Gali, Marruecos activa su maquinaria y lanza a miles de personas sin recursos para que ocupen el territorio de Ceuta y Melilla. No se trata solamente de una cuestión humanitaria. Es aún peor: lo que está haciendo Marruecos es utilizar a personas en una situación de desesperación por su pobreza económica, para enviarlos a Ceuta como amenaza a España.

Y así es como se entiende que el presidente de Ceuta haya pedido al Gobierno de España que actúe el ejército. Porque esto está siendo un ataque por parte de Marruecos, disfrazado de inmigración. Y por eso, el discurso de Sánchez habla de la soberanía de España sobre las ciudades autónomas.

Y a mí me parece que España está en un momento muy delicado, todo por no haber sido honesta con el pueblo Saharaui, que era el suyo, y haber dejado a esta gente abandonada a su suerte. No se puede actuar así y esperar que con el tiempo no se te vuelva en contra.

Y ahora que se toca la frontera de la UE parece que, por fin, desde las instituciones europeas comenzarán a poner en su lugar a Marruecos. No lo hicieron por su violación continua a los Derechos Humanos, pero quizás ahora sí que tomen decisiones que hacía años deberían haber tomado. Porque ya no es tiempo de reinos, ni de reyes déspotas que usan a sus poblaciones como armas contra los demás.

 

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