Un grupo de científicos alemanes han anunciado haber dado con la solución a los trombos que generan las vacunas contra el COVID-19.
Señalan que el compuesto de las vacunas podría modificarse de manera sencilla para evitar este efecto secundario, que se da en casos raros, pero que ya ha conllevado que en países como Bélgica hayan suspendido su aplicación para menores de 41 años. Un efecto secundario que afecta, de manera especial a mujeres jóvenes.
Rolf Marschalek, profesor de la Universidad de Goethe en Frankfurt, ha dirigido los estudios sobre este efecto secundario desde el mes de marzo, tal y como ya te anunciamos en primicia en Las Repúblicas el pasado 19 de marzo.
El fallo se ha identificado en los vectores de adenovirus que tanto la vacuna de AstraZeneca como la de Janssen utilizan para entregar las instrucciones genéticas para la proteína de pico del Sars Virus COV-2 en el cuerpo del paciente. El estudio ha sido publicado en la revista Research Square y puede consultarlo aquí.
Las vacunas basadas en ARNm, como las que ha desarrollado BioNTech/ Pfizer o Moderna no tienen este problema.
Hasta ahora se han registrado en Reino Unido 309 casos de coágulos raros, causando 56 fallecidos. En Europa, al menos 142 personas han reportado estos casos.
La respuesta, según los científicos, sería sencilla: los desarrolladores de estas dos vacunas pueden modificar la secuencia genética que codifica la proteína de pico para evitar que se separe y generar este efecto secundario.
La compañía de Janssen ya se ha puesto en contacto con estos científicos para conocer de primera mano cómo debe actuar a partir de este momento y mejorar sus vacunas. Así lo ha confirmado el Financial Times esta mañana.