El presidente del Gobierno Pedro Sánchez comienza a desplegar la «agenda para el reencuentro». Una iniciativa política que va mucho más allá del documento de «44 compromisos» con el que viajó a Barcelona debajo del brazo a la cumbre bilateral que mantuvo con Quim Torra, entonces presidente de la Generalitat, en febrero de 2020. Después vendría la única reunión de la «mesa de diálogo» entre ambos gobiernos, estéril e inútil, que se ha celebrado hasta la fecha. Ahora vende ‘referéndum acordado’.
«Ahora la prioridad es otra, es la crisis sanitaria», han respondido insistentemente en Moncloa durante esos meses de travesía. Sin embargo, la interlocución no ha parado ni en los momentos más crudos del embate del coronavirus. En diciembre de 2020, ERC aprobaba los Presupuestos Generales del Estado y daba a Pedro Sánchez la estabilidad necesaria para agotar la legislatura, la estabilidad que le había quitado solo un año antes, cuando se forzó el adelanto electoral. Veremos hasta donde llega ahora el ‘dialogo de España’.
Tras esta pandemia sin precedentes que obligó a paralizar cualquier tipo de escenificación, aparecen los ‘brindis al sol’. En su sincera carta, el preso político y líder republicano, Oriol Junqueras, reniega de la vía unilateral y apuesta por «la vía del pacto y el acuerdo, la vía del referéndum acordado», porque «es la opción que genera más garantías y reconocimiento internacional inmediato». «Sabemos que otras vías no son viables ni deseables en la medida en que, de hecho, nos alejan del objetivo a alcanzar», asegura.
En Moncloa, sin embargo, ponen coto a las pretensiones de Junqueras y las enmarcan en los cauces de la legalidad. Celebran el paso al frente dado por el líder independentista, pues es la primera vez que ERC rompe con la vía unilateral públicamente y opta por negociar un referéndum pactado. Pero en cualquier caso es bien sabido que depender de una independencia según lo que ordene el marco constitucional defendido por el españolismo más rancio, es misión imposible.