Una cierta forma de «traición» se materializa cuando una persona deja a otra, por decirlo de manera vulgar, «con el culo al aire», o en una situación de compromiso imposible de atender, de tal manera que la traicionada, haga lo que haga, no podrá recuperar la imagen anterior y que constituía su valor principal. En este caso, la consensuada en todo el mundo sobre lo que puede y no puede hacer el rey de una monarquía parlamentaria.
También es cierto que fue el propio Felipe VI quien alteró de manera irreversible su propia función en el Reino que representa, pues el 3 de octubre de 2017 tomó partido por una parte de los catalanes, los que quieren que Catalunya siga formando parte de España, frente al resto que, por cierto, eran los que gobernaban tras ganar en las urnas.
Como usted probablemente sabe, las palabras exactas de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la concentración celebrada en Colón ayer, 13 de junio, fueron las siguientes: «¿Qué va a hacer el rey? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Le van a convertir en cómplice?».
Los tres interrogantes, consecutivos e inseparables, dictan sentencia previa y políticamente culpable contra una acto obligado, futuro e inviolable del propio Felipe VI, pues nadie se convierte en cómplice si no quiere, y menos cuando te han retado ante todo el mundo y de manera tan manifiesta.
Sobre este hecho, políticamente el más relevante de «Colón 2021» una vez confirmados los previstos fracasos en el número de asistentes, la mitad que en «Colón 2019», y las relevantes ausencias de los barones no madrileños del PP y lo que significa que los franquistas de Vox hayan conseguido el mayor protagonismo, cosa que era inevitable y demuestra la poca inteligencia de los dirigentes del españolismo «normal», doce horas después las portadas de los digitales de referencia se seguían haciendo eco.
«Ayuso señala a Felipe VI» (El Diario), «Ayuso interpela a Felipe VI sobre los indultos» (El País), «Acusa al gobierno de hacer cómplice al rey con los indultos» (El Mundo), «Isabel Díaz Ayuso ‘¿Qué va a hacer el Rey a partir de ahora? ¿Va a firmar los indultos?'» (El Español), o «Ayuso acusa a Sánchez de tratar de hacer al Rey ‘cómplice’ de los indultos» (OK Diario).
Por su parte, en los titulares de El Confidencial, ABC y La Razón no se hace referencia a la frase de Díaz Ayuso, lo cual es prueba de la situación tan complicada en que Ayuso ha colocado a los más monárquicos de todos los que informan y opinan a diario.
He leído también que uno de los concentrados exhibía una pancarta pidiendo al rey que no firmara los indultos y, conociendo las simplezas que nos ha regalado la presidenta de Madrid durante su todavía escasa trayectoria en política de primer nivel, cabe la posibilidad de que la viera, la leyera en un instante y, sin pararse a pensar, le pareciera una idea excelente para cambiar la historia de España con dos preguntas para las que millones, debe pensar, están esperando respuesta gracias a su «valentía».
En ese caso, Díaz Ayuso habría actuado de manera también irreflexiva, similar a como lo hizo otro personaje, tan simple o más que ella, cuando siendo 3 de junio y en Ceuta dijo aquello de «opino como ese caballero» para negarse a contestar a preguntas de la prensa sobre Cospedal, que acababa de ser imputada en la «Operación Kitchen». Sí, era Pablo Casado y el «caballero» gente del PP local. De mala manera intentó Montesinos arreglar la vergüenza propia con un comunicado, varias horas después. Pero lo de Ayuso, los indultos y Felipe VI no hay quien lo arregle.
Millones de personas, y también Díaz Ayuso, saben que al Felipe VI del 3 de octubre le tiene que saber a cuerno quemado firmar unos indultos que no van a resolver el problema y cuyo principal objetivo es anticiparse a un acuerdo del Consejo de Europa que llegará antes de que finalice junio y que puede ser muy duro sobre la represión ejercida en España contra los independentistas.
Por tanto, y siendo plenamente consciente la presidenta de Madrid de que Felipe VI no puede negarse a firmar ningún decreto del Gobierno sin provocar una crisis que nadie sabe dónde podría terminar, su llamamiento al rey para que no firme los indultos debilita objetivamente la monarquía ante todos los españoles, incluidos los más monárquicos de todos que, evidentemente, son los que continúan formando parte de ese franquismo sociológico cuyos líderes son los mismos que dirigen Vox, el PP y Ciudadanos.
Ante unos indultos que no deberían haber entrado jamás en la agenda política, es el momento de preguntarse si los poderes del Estado habrían actuado de la misma forma en caso de que el discurso del rey del 3 de octubre hubiera sido conciliador con todos los catalanes por igual, y a todos los políticos les hubiera dado la orden de sentarse a negociar.
Como la pregunta no tiene respuesta, pero la sospechamos, es legítimo compartir las alegrías que, ante la crisis de la monarquía que se cuece en la misma derecha españolista, se merecen quienes, como es el caso de los independentistas, republicanos y catalanes, han actuado siempre y a cara descubierta para reclamar el derecho a decidir sobre su futuro
A propósito de lo de Colón, Carles Puigdemont, ha escrito que «Son la gente del rey. La España que da miedo».
Lo hacía a través de Twitter desde cualquier punto de Europa excepto España, en el supuesto de que a España se le pueda seguir llamando Europa mientras todas sus instituciones sigan conjuradas en lo de encarcelar al eurodiputado catalán a pesar de la inmunidad parlamentaria recientemente repuesta por la Justicia europea.
Hace bien poco eran los españolistas quienes advertían a los catalanes que, si rompían con España, también quedarían fuera de Europa.