Los indultos son solo un parche en la maltrecha barca de las relaciones España-Catalunya. El indulto a los nueve líderes independentistas condenados a penas de prisión por el Procés no soluciona, por ahora, la otra mitad del problema, la de los exiliados políticos. Además de los 3.000 encausados judicialmente.
Con el expresidente catalán Carles Puigdemont a la cabeza, miembros del Govern que impulsó el referéndum ilegal del 1-O de 2017 tuvieron que exiliarse al extranjero (Bélgica, Suiza y Escocia) para evitar responder ante la justicia.
Lo hicieron con la esperanza de volver algún día. La medida de gracia concedida por el Gobierno de Pedro Sánchez no altera en nada su situación. El camino de vuelta para ellos sigue siendo muy difícil, todo dependerá de la presión de Europa hacia España.
Y es así porque en el horizonte se vislumbran ya dos posibilidades que podrían facilitarlo: la reforma del delito de sedición que plantea el Ejecutivo y la respuesta de la justicia europea a la condena del Tribunal Supremo.