Catalunya aprieta, más que apretará, y España (por ahora el Gobierno socialista) busca soluciones para que la locomotora catalana no se desenganche del resto del convoy. La agenda de Pedro Sánchez echará humo a partir de septiembre entre mesas de dialogo y reuniones tras las cortinas, como indicamos ayer, donde tarde o temprano tendrá que haber acuerdos, y donde al final alguien tendrá que ceder, todo antes que volver a empezar y, todo entre bambalinas.
Por eso el ejecutivo ya piensa en una solución que tiene en la cabeza pero no se atreve aún a anunciar: La reforma federal del Estado. Esta toma fuerza porque la negociación con el independentismo catalán cansada que le tomen el pelo con falsas promesas, se ha vuelto intransigente e inamovible con sus pretensiones, y le ha concedido un contexto impagable para esos planes de reformar el Estado. Otro nuevo café para todos y otra vez gracias a Catalunya.
Ahora, el presidente socialista pretende aprovechar la propuesta de un referéndum «de autogobierno» para consolidar esa idea. Esta idea es compartida por diferentes medios españolistas conservadores, como OkDiario. El ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, avanzó este jueves la forma de esa votación, de carácter consultivo pero cuyos resultados tendrían un valor de enorme trascendencia: «Un gran acuerdo sobre autogobierno, financiación y participación de las comunidades autónomas en el diseño de las políticas del Estado». Tarde, ineficiente e insuficiente, para Catalunya.
Según el ministro socialista que se conoce demasiado bien en Catalunya, el gran abanderado de la reforma federal, en España «no tenemos estructuras» federales que, en su opinión, «es lo que permitiría compaginar el autogobierno con el gobierno compartido, esto que ahora se ha nombrado cogobernanza. «Estamos en los inicios de un camino que nos debe llevar a un Estado verdaderamente federal», ha admitido Iceta. Esa es la idea que tiene Pedro Sánchez de la que sueña con la almohada. El chocolate del loro para Catalunya.
