jueves, 21 de noviembre del 2024

CGPJ ¡Ahórrenos el lloriqueo hipócrita!

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Aunque haya quien quiera esperar otra cosa, nunca mejor dicho el término cosa, son las siglas del conocido como Contubernio General Para Joder.

Cada apertura del año de la Jodienda, en presencia del quien ha obtenido su altísima magistratura por herencia de quien la obtuvo, a su vez, por el dedo caprichoso de un dictador, acicalado con oropeles y baratijas, el presidente del citado Contubernio, ataviado con no menos abalorios y relucientes bisuterías de inescrutable significado, muy atribulado y compungido suelta una diatriba contra quienes supuestamente permiten que siga gozando de espléndida y rumbosa soldada, así como, el disfrute de otras prerrogativas que conlleva su honroso cargo, después de más de 1000 días y sus correspondientes noches de haber caducado.

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En su perorata, manifiesta su pesadumbre contra quienes están obligados por ley a llegar a un acuerdo para renovar la composición del Contubernio. De forma grandilocuente dijo que no hay mejor forma de defender la Constitución que procurando su cumplimiento y que un deber que emana de la misma pueda subordinarse a razones de oportunidad política.

Igualmente exigió que se respete la independencia del órgano, cuando son precisamente los miembros del Contubernio y él mismo, los primeros que con sus decisiones no respetan la independencia del órgano. Olvida que las razones de oportunidad política y la falta de independencia son las que le han llevado a presidir el Contubernio.

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Debería saber el susodicho presidente que, en cualquier caso, la independencia no es una cosa que se proclama, sino más bien, que se ejerce día a día y en sus manos y la del resto de miembros del Contubernio General Para la Jodienda está ejercerla. En estos momentos, el principal gesto de independencia que, a su vez, procurase la necesaria renovación que reivindica, sería la dimisión en bloque de todos sus miembros, pero claro eso sería traicionar a los que le han puesto en el cargo, renunciar a ser de nuevo miembro del mismo y a las prerrogativas salariales y de otros órdenes que conlleva la designación.

Todo ello hace parecer que lo que manifiesta de forma pomposa lo dice con la boca chica, no vaya a ser que aquellos se líen la manta a la cabeza y pretendan cumplir la Constitución en cuanto a la independencia de los poderes del Estado, sobre todo, en aquello que dice que emanan del pueblo y den al traste con el chollo de unos y de otros.

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Así que, señoría, ahórrenos el lloriqueo hipócrita, la falsa pesadumbre, quítese toda esa bisutería con la que se adorna cada año y en un gesto de dignidad institucional dimita para que la necesaria renovación del Contubernio se lleve a cabo, para que la Constitución que tanto dice defender, al menos, se cumpla en este aspecto, porque en otros ni de coña le preocupa que se incumpla.

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