El último informe sobre variantes de interés en la salud pública del SARS-CoV-2 que realiza periódicamente el Reino Unido ha incluido una recombinación de las variantes Delta y Ómicron. Para los científicos del país europeo que más secuenciación realiza, se trata de algo esperado y que no tiene por qué ser preocupante de momento.
Sin embargo, es una variación que debe vigilarse y monitorizar su nivel de propagación, así como sus posibles consecuencias clínicas. En el estudio ‘Señales actualmente bajo monitoreo e investigación’, el informe del gobierno británico ha incluido la variante B.1.640 (identificada por primera vez en Francia), el linaje BA.3 de ómicron y el ‘recombinante Delta x Ómicron’.
Según han explicado, esta recombinación se produce cuando dos partículas virales de dos linajes diferentes entran en la misma célula (en el caso de este coronavirus, infectando a la vez a una persona o un animal), intercambian segmentos genéticos y producen una nueva combinación. Es un proceso natural y ya constatado en el virus que causa la Covid-19.
En Europa, como tenemos un extraordinario número de personas positivas de Ómicron y que Delta no ha desaparecido, la probabilidad de que una persona se infecte con ambas variantes no es desdeñable. En cualquier caso para los investigadores, la recombinación es una de las armas del arsenal evolutivo del virus.
Esto significa que no está necesariamente asociada a mayor transmisibilidad, virulencia o escape a vacunas o pruebas diagnósticas, pero podría ser una fuente, porque aporta diversidad genética. Pero otro de los autores de la investigación, Oliver G. Pybus, del Departamento de Zoología de Oxford y el Royal Veterinary College de Londres advirtió que “la recombinación como fuente de diversidad genética de virus nuevos y viables debe tomarse en serio”.