Catalunya no puede ni quiere esperar para dirimir su futuro. Tiene prisa por solventar su situación con España y lo hace por supervivencia, no por melancolía. Tras el 155, o antes, desde el 1-O, la represión, la venganza y el castigo la hace más y más pequeña y vulnerable. El catalán que ha emprendido el viaje hacia la independencia hace bien en reclamar ese status para su comunidad si es el único modos operandi para sobrevivir en una «democracia defectuosa». Diferentes protagonistas de la sociedad catalana sea por catalanismo, soberanismo, independentismo o solo por el hecho de vivir en Catalunya, conocen esa catalanofobia y cada uno sigue poniendo su granito de arena para revertirla. Políticos, (aún en el exilio), activistas, artistas, ciudadanos comprometidos etc. etc., y algunos medios, los van amontonando…
Así, el presidente en funciones de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ha asegurado que el soberanismo, el catalanismo y el independentismo «no pueden dejar pasar más tiempo sin una estrategia compartida y ahora hacen falta nuevos liderazgos para hacerlo posible»: «Es urgente gobernarnos como un estado; ni podemos ni queremos esperar a una generación”. Cuixart se ha dirigido a los más de 190.000 socios a falta de una semana por el relevo en la presidencia de la entidad para compartir su decisión de dar paso nuevos liderazgos. «Renovarnos significa fortalecernos para adecuarnos al reto colectivo que se mantiene intacto: alcanzar la República Catalana«, ha dicho. En la nueva etapa, Cuixart se conjura también a «saber hacer del silencio, palabra».
Cuixart espera con su decisión ser útil para que sea una realidad la independencia: «Esto no va de personas sino de colectivos». «No tengo reproches para nadie, ni hemos venido a dar lecciones», deja claro, que asegura que, «para volverlo a hacer y hacerlo mejor hay que rehacer la unidad estratégica, y las rencillas de corto vuelo distraen». Jordi Cuixart ha recordado que «hay mucho trabajo por hacer porque la represión no se detiene, una de cada dos personas vive en la precariedad y la lengua y la cultura catalanas son sistemáticamente menospreciadas y maltratadas por los poderes del Estado». “La determinación se mide también con la capacidad de actuar con tanta fuerza como generosidad. Y en mi caso, y en la era de una cierta incontinencia, también con saber hacer del silencio, palabra”, ha sentenciado.
Cuixart, que ha emplazado a los socios de la entidad a reencontrarse el sábado 26 en la Asamblea General de la Farga de L’Hospitalet, ha reivindicado el trabajo realizado junto a toda la junta nacional, convencido de que “seguir a la presidencia de Òmnium contra la voluntad de los poderes del Estado y asumir la condición de preso político es lo que habrían hecho los fundadores”. También ha defendido varias decisiones: «Acusar al Estado, reivindicar la legitimidad de todos nuestros actos y oponernos a cualquier medida de gracia». «Era una obligación moral que nos reafirma en el acierto del Lo volveremos a hacer», ha reafirmado. También ha querido agradecer el apoyo y cariño recibido durante los años que ha presidido Òmnium Cultural –desde 2015– y asegura que ha sido “el mayor honor” de su vida.