La llegada de Feijoó a los mandos del Partido Popular marca el camino que, de una manera bastante clara, apunta hacia una gran coalición entre los socialistas y los populares.
Una estrategia que vendría fraguándose desde hace años y que con la figura de Casado parecía imposible. Llevarse por delante a Pablo Casado podría haber sido la jugada para plantear ahora un PP «renovado», que pusiera el partido en manos de un perfil que ha venido apostando por acercamientos con el PSOE desde hace tiempo.
Basta con mirar lo que está sucediendo en otras latitudes, como en Alemania, para darnos cuenta de que la fusión entre socialdemócratas y liberales es lo que a España, como siempre con retraso, le llegará en breve.
Poner a Unidas Podemos en el centro de la diana es parte de la estrategia: dejar que se desmarquen en determinadas cuestiones hace que la formación morada se desgaste gracias al trabajo de la mayoría de los medios de comunicación, que no cesan de poner en su objetivo a Pablo Iglesias y los suyos en titulares y noticias que pretenden, claramente, desprestigiar a sus líderes dejando a un lado el contenido político en base a argumentos.
Las últimas declaraciones de las ministras de Unidas Podemos, Belarra y Montero oponiéndose frontalmente a las medidas tomadas desde el gobierno, dirigidas por el PSOE, sobre el conflicto en Ucrania está sirviendo al Partido Popular para atacarles, evidenciando un acercamiento hacia los socialistas. Un giro que Casado no podía hacer, desde que asumiera que hacer oposición era llegar al insulto constante del presidente del Gobierno.
Hay que ser muy inocente para pensar que lo del PP ha sido fruto de la casualidad, que no estuviera preparado por quienes establecen las estrategias políticas de manera supranacional.
Ante la crisis que se ha instalado ya en Europa, por aliarse junto a Estados Unidos y perder un papel de mediación y apuesta por el diálogo y la vía de la desescalada en las tensiones entre Estados Unidos y Rusia, se plantea de manera evidente una tendencia hacia la concentración de poder en un supuesto centro que pilotará recortes sociales, de libertades y de desarrollo en la Unión. Y para ello los partidos históricamente mayoritarios unirán, muy probablemente sus fuerzas.
Para esta tarea habría sido elegido Feijoó, y por lo que parece Sánchez seguirá siendo el perfil del PSOE que facilite la conjunción.
Por mucho que Yolanda Díaz se empeñe en dulcificar las posturas de la formación morada, lo más probable es que vaya poco a poco distanciándose de los de Iglesias, intentando así configurar un espacio de izquierda suave, que no incomode en exceso. A los extremos, quedarán Podemos y Vox, como los límites de una ecuación que reforzará las «posturas intermedias» que serán presentadas como los planteamientos «sensatos» a pesar de sus pequeñas diferencias.
El Partido Popular instaba hoy al PSOE a que sacase del Gobierno a Unidas Podemos. No les ha dado tiempo aún a celebrar su congreso para desalojar a Casado, y ya van marcando el paso.
Desde los círculos feministas del psoe mañana marcarán la diferencia, convocando una manifestación en paralelo al rechazar el lema de la manifestación encabezada por la ministra de Igualdad: las feministas del psoe consideran que apelar a la paz no cabe en la pancarta feminista. Y que por su parte, acudirán abanderando que el feminismo es abolicionista, porque esa etiqueta sí consideran que pueden ponérsela al movimiento, a pesar de estar absolutamente dividido al respecto de la prostitución.