Algunos medios árabes indican que el impulsor del doble rasero o moral, son los Estados Unidos, que lo aplica con «prejuicios y racismo» para reforzar su política exterior en el mundo, como se está viendo en Ucrania, según nos recuerda Público en un oportuno artículo. Y como se ha visto con anterioridad en relación a Israel, con sanciones contra deportistas árabes e iraníes que han denunciado la situación de los palestinos.
El portal Middle East Eye denuncia que la precipitación de Occidente en el caso de Ucrania choca con su comportamiento en casos como Gaza, Yemen, Siria o Malasia. Argumenta que todas las formas de agresión deberían condenarse de manera semejante cuando se está violando la libertad y la democracia, algo que no ocurre así.
Vladimir Putin y su entorno han observado esta circunstancia y la están explotando, citando a menudo a medios de comunicación occidentales, como la CBS estadounidense, que ha señalado que Ucrania es un «país civilizado de Europa» y no se parece a Siria o Irak. Lo de EEUU es un espectáculo de falsas intenciones para Europa.
Igual sucede con Samantha Power, la estadounidense indignada que dirige la operación de asistencia humanitaria a los ucranianos, quien dice que los ucranianos «se parecen a nosotros», lo que nos afecta directamente, algo que no ocurre con yemeníes, sirios o iraquíes. Power fue embajadora de EEUU ante la ONU y pudo haber ayudado a poner fin a la terrible guerra de Yemen, pero no movió un dedo.