Decenas de refugiados ucranianos se han puesto en contacto con entidades gerundenses para que les ayuden a regresar a su país o a otros cercanos. El motivo es la “falta de oportunidades” que tienen en España, tanto por la barrera idiomática como por la lentitud de los trámites para conseguir optar a un puesto de trabajo.
En este sentido, muchos de los que vinieron a tierras gerundenses hace pocas semanas intentan ir ahora a países como Polonia o Rumanía, puesto que los trámites son más ágiles y, al mismo tiempo, las barreras culturales y lingüísticas son menores. Desde la coordinadora de ONG de las comarcas gerundenses señalan que muchas familias acogedoras se encuentran ahora con dificultades para mantener a sus familias ya las personas refugiadas.
En este sentido, la técnica de la coordinadora, Núria Palomar, señala que la iniciativa ciudadana de ir a buscar refugiados fue “muy buena”, pero que no se pensó lo suficiente en qué pasaría una vez aquí. “No se ha tenido en cuenta ni preparado una respuesta con la administración a largo plazo. Ahora mismo hay situaciones que no pueden resolverse”, remarca Palomar. Por eso, desde la coordinadora apuestan por “hacer presión política” para que las administraciones responsables actúen y pongan recursos para estas personas.
Y es que buena parte de las personas que han colaborado con iniciativas ciudadanas haciendo convoyes para ir a buscar refugiados se encuentran ahora con demandas de regreso de estas personas. Un caso es el de Vitaliy. Él es ucraniano y vive en Vilobí de Onyar. Con un grupo de amigos hicieron varios viajes hasta Polonia para traer refugiados a Catalunya.
En total acogieron a 57 personas y explica que algunos ya han preguntado si se les puede devolver, ya que aquí no encuentran la oportunidad que buscaban. En este sentido, muchos apuestan por ir a Polonia o Rumanía, donde la barrera idiomática es menor y, de rebote, están más cerca de Ucrania.
«Mucha gente quieren volver porque no encuentran ayuda del gobierno español y todos los trámites son largos hasta que no lo consiguen y luego pierden la esperanza y sienten que están en casa de alguien sin poder aportar nada», señala Vitaliy.
Él ha tenido ocho refugiados en casa y explica que la mayoría les «da mal no poder ayudar en nada» y «se sienten mal». Por eso, Vitaliy pide que los trámites con el gobierno español sean «más rápidos» para evitar estos problemas.
El problema, explica Núria Palomar, es que hay muchas familias acogedoras que no llegan a fin de mes, ya que no pueden hacer frente a los gastos que supone tener a los refugiados en casa. «Nos estamos encontrando que muchas no pueden seguir acogiendo y hay personas que se están quedando colgadas», señala.
Palomar se queja de que la administración «no está dando respuesta» y, de hecho, muchos ayuntamientos no pueden cubrir las necesidades básicas de los refugiados. Además, las entidades del tercer sector «hacen lo que pueden» pero también se encuentran con problemas de suministro.
La solución, dice Palomar, es “presionar” para que los gobiernos locales, autonómicos y también el central “resuelvan” una situación cada vez más habitual. «La administración es quien tiene la fuerza, la estructura y la economía para poder hacerlo», concluye.