El prestigioso inmunólogo canadiense Sir John Bell ha explicado en The Guardian dos posibles futuros para la pandemia de la Covid-19: “Pueden pasar dos cosas: una es que las vacunas realmente duren un año o 18 meses contra la muerte por el virus, o nos salga una variante mucho más patógena, en cuyo caso necesitamos otra [vacuna]”. El experto cree que hay una posibilidad “muy alta” de que, si surge una nueva variante, sea más o menos leve como Ómicron, y “muy baja pero no nula” de que sea más letal.
Bell confía en la segunda generación de vacunas contra la Covid-19, que todavía está por llegar. Estas serán inyecciones usan células T para matar a las células infectadas y podrían ofrecer una inmunidad más larga que las vacunas actuales, pero una solución esterilizante (una vacuna que impida la transmisión del virus) sería la solución definitiva a la pandemia. De hecho, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España está desarrollando una vacuna esterilizante intranasal que podría estar lista para 2023, según avanzó Luis Enjuanes, virólogo y jefe del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, en Infarma Madrid 2022.
Después de que saliera a la luz que se estaba desarrollando una vacuna y antes de que se inmunizase al planeta, BBC Radio 4 preguntó a Bell si con las inyecciones el mundo volvería a la normalidad. Su respuesta fue contundente: “Sí, sí, sí”. En diciembre de 2021, con los casos de Ómicron por las nubes, el canadiense ya explicó que la nueva variante “no era la misma enfermedad que estábamos viendo hace un año” y que las tasas de fallecidos por COVID-19 en Reino Unido eran “historia”.
Dosis de refuerzo, para los grupos vulnerables
“Las vacunas han tenido un efecto muy poderoso y duradero sobre la muerte… la mayoría de las personas que han recibido la vacuna están completamente seguras”, señala el experto. “Las personas que mueren ahora, desde julio pasado, no están vacunadas. Eso es trágico”, lamenta.
Así, el inmunólogo aconseja dar más vacunas de refuerzo durante el próximo otoño a las personas mayores de 65 años y a los inmunodeprimidos. Las personas sanas, los jóvenes y los niños no tienen la misma necesidad de recibir una vacuna como los grupos vulnerables, a no ser que la COVID-19 desarrolle una nueva variante más agresiva.
Bell fue uno de los primeros miembros del grupo de trabajo de vacunas que estableció el Gobierno para desarrollar una vacuna Covid-19 en la Universidad de Oxford (AstraZeneca), y ahora se enorgullece de la dosis que consiguieron elaborar. Hasta el momento, Oxford ha vendido unas 3 mil millones de dosis de AstraZeneca en 180 países.