Según ha adelantado el medio especializado The Diplomat, el Gobierno de España ha trasladado su «malestar» a Reino Unido por la visita, que se producirá del 7 al 9 de junio con motivo de los actos del Jubileo por el 70 aniversario de la llegada al trono de la reina Isabel II. Las visitas reales a la colonia británica han reavivado el conflicto con España, como la que realizará dentro de menos de dos semanas junto a su esposa el príncipe Eduardo de Inglaterra, según indica Europa Sur.
Hay que recordar que esto viene de lejos. El simple anuncio, a finales de enero de 1954, de que la reina Isabel II de Inglaterra iba a visitar la Roca motivó una enérgica queja del embajador español en Londres, Miguel Primo de Rivera, hermano de José Antonio y al que el dictador Francisco Franco había nombrado duque de Primo de Rivera.
La protesta fue presentada ante Anthony Eden, secretario del Foreign Office, mediante una nota en la que se leía: «Esta visita puede causar un daño importante a las relaciones entre los dos países, dándose el agravante de que en el viaje de la soberana se han excluido lugares como Chipre y Guayana, por existir en ellos estados de opinión contrarios a la presencia británica». Pero a España no respetaba.
En agosto de 1981 comenzaron su luna de miel en Gibraltar el príncipe Carlos de Gales y Lady Diana Frances Spencer. El entonces rey de España, Juan Carlos I, intenta convencer a Isabel II de que no vengan. Ella le responde: «Se trata de mi hijo, de mi yate y de mi roca», según desveló años después Boris Johnson cuando todavía era alcalde de Londres.
El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, el lógico encargado de trasladar esta queja, no ha aclarado si la protesta la ha realizado con la forma de una nota verbal, como suele ser habitual en este tipo de casos, o mediante la convocatoria del embajador británico en Madrid, un gesto de una mayor carga simbólica.
«España considera que la visita no resulta oportuna, en el marco del proceso de negociación para un futuro Acuerdo UE-Reino Unido sobre Gibraltar y de los acuerdos bilaterales» entre los dos países necesarios para la aplicación de dicho acuerdo que, una vez cerrado, «definirá unas nuevas relaciones entre Gibraltar y la Unión Europea», han precisado las fuentes de Exteriores a Europa Press.