La joven Tamara Carrasco ha visto fin hoy al proceso judicial que comenzó cuando, hace cuatro años, fue acusada de terrorismo y rebelión.
En el mes de abril de 2018 esta joven catalana fue detenida y trasladada a Madrid para comparecer ante la Audiencia Nacional, pasando días incomunicada y posteriormente confinada en la localidad donde reside, sin poder salir de ella.
En Noviembre de 2018 la Audiencia Nacional eliminó la acusación por terrorismo y dio traslado a la justicia catalana para que conociera del asunto. Pero hasta 2019 no pudo salir de Viladecans, la localidad donde reside.
En octubre de 2020 fue absuelta por el juzgado de lo penal de Barcelona. En Enero de 2021 la Audiencia de Barcelona confirmó su absolución.
Sin embargo, la Fiscalía recurrió y ha habido que esperar a que el Tribunal Supremo confirme, como ha hecho hoy, la absolución de esta joven sobre la que la Guardia Civil presentó como prueba un audio en un grupo de WhatsApp donde comentaba ideas para hacer una manifestación en modo de protesta.
La propia magistrada que consideró que Tamara debería ser absuelta señaló a la Guardia Civil afirmando que «resultaba poco serio» acusar a alguien con una prueba como esa.
La joven Carrasco ha tenido que sufrir durante estos cuatro años una campaña en medios de comunicación que han dañado su honor y su imagen, donde desde el primer momento se mostró su rostro, su nombre, se identificó su domicilio y se vertieron sobre ella acusaciones gravísimas sin fundamento alguno.
Hoy el Tribunal Supremo cierra esta pesadilla que ha costado cuatro años de esta mujer, sin haber presentado una sola prueba que justificase la gravedad de las acusaciones que se le pretendían imputar.