La Administración Norteamericana de control de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) está investigando nueve muertes de bebés que podrían estar directamente asociadas con el consumo de leche de fórmula de la marca Abbot Nutrition, producida en su planta de Michigan.
Estas nueve muertes se suman a las siete que ya se habían reportado y que estaban siendo investigadas con antelación.
La FDA ya había confirmado la presencia de una bacteria, la «cronobacter sakazakii» que se había detectado en la planta de producción de Michigan, motivo por el cual la empresa fue cerrada.
El caso, que se abrió a principios de año y ha conllevado un problema de desabastecimiento en leche de fórmula en Estados Unidos, sigue recibiendo denuncias de familias que se habrían visto afectadas de diferente manera por el consumo, supuestamente, de esta leche.
Por el momento, estos nueve casos de muertes denunciados están bajo estudio y la FDA aún no ha determinado que haya un nexo causal con esta leche de fórmula. En algunos casos no existían restos de leche suficientes como para poder analizarla.
También han explicado que entre los bebés fallecidos por infecciones causadas por cronobacter, «la secuenciación genómica» presentó cepas diferentes a las que se habían detectado en la planta de Sturgis (Michigan) durante la inspección que ocasionó el cierre de la misma.
Según informó el pasado viernes el Washington post, «las muertes infantiles recientemente reportadas se incluyeron en una lista de 128 denuncias de consumidores que fueron recopiladas por la FDA a través del sistema de quejas de consumidores de la agencia entre los meses de diciembre de 2021 y marzo de 2022». Por el momento se han confirmado cuatro casos asociados directamente al consumo de esta leche de fórmula.
La empresa Abbott Nutrition publicó un comunicado el pasado viernes en el que subrayaba que no se había establecido una relación causal entre los productos de su compañía y ninguna de las muertes reportadas. «Abbott realiza pruebas microbiológicas en los productos antes de su distribución y ninguna fórmula de Abbott distribuida a los consumidores dio positivo por Cronobacter sakazakii o Salmonela. Todos los productos retenidos analizados por Abbott y la FDA».
Desde la parte demandante, el abogado representante de varias de las familias afectadas, Sam Geisler, afirma que los informes dejan en evidencia los problemas sistémicos de las instalaciones de la compañía en Sturgis.
En declaraciones recogidas por el Washington Post, el abogado considera que a medida que avanza la investigación «se hace más claro que los bebés fue lo último que le importó a los reguladores y a la compañía».
El responsable de la FDA que tuvo que comparecer ante el Congreso, Robert M, Califf, uno de los responsables de la investigación de la planta productora, describió las condiciones de la misma como «atroces».
Además de las nueve muertes denunciadas, los consumidores que han presentado denuncias han señalado 25 incidentes de «enfermedades o lesiones que ponen en peligro la vida» y 80 casos de «enfermedades o lesiones que no ponen en peligro la vida».
La planta de Sturgis ha reabierto el pasado fin de semana. La FDA ha mantenido una investigación abierta durante los últimos meses exigiendo mejoras a la compañía para poderle dar de nuevo la licencia de apertura. La crisis alimentaria para bebés que ha generado el cierre de esta planta, no ha tenido precedentes en la historia reciente de Estados Unidos. Una situación por la que se ha responsabilizado a la FDA, al no prever lo que ocurriría en el momento del cierre sin asegurar el acceso a productos equivalentes de otras marcas.