La policía española ha sancionado con un año de suspensión de empleo y sueldo al inspector Iván R. condenado por haber agredido al fotoperiodista Jordi Borràs mientras gritaba: «¡Viva Franco!». La infame justicia española, esta vez en manos de la Policía Nacional, únicamente, le ha sancionado con un año de empleo y sueldo. La condena judicial es ya firme y es fruto de la agresión hacia el fotoperiodista Jordi Borràs en el 2018 en Barcelona al grito de “viva Franco”, cuando según el reglamento interno del cuerpo esta se trata de una falta muy grave y las sanciones pueden llegar hasta seis años, sin embargo, el agente recibió una de las sanciones más bajas posibles. Borràs ha calificado de «preocupante» que se haya impuesto una sanción «baja».
Después de que el inspector admitiera que había dado puñetazos y patadas a Borràs, debido a su ideología, su defensa y la de la acusación acordaron una condena de un año de cárcel por un delito de lesiones con el añadido de discriminación por motivos ideológicos. Al ser un pacto entre las partes, la sentencia ya es firme. De todas formas, tras indemnizar con 7.470 euros Borràs por las lesiones y el estrés postraumático, la pena de prisión quedó suspendida a condición de que el uniformado no cometía ningún delito en dos años, cumpla con la prohibición de acercarse se en Borràs durante cuatro años y haga dos cursos en derechos humanos y prevención de delitos violentos; según informa Eldiario.es.
Los hechos se produjeron el 16 de julio del 2018, cuando el fotoperiodista volvía de cubrir un acto en el centro de Barcelona frente a la comisaría de Via Laietana el agente reconoció al fotoperiodista. El agente, que iba de paisano, “lo miró de forma incisiva, le increpó al grito de ‘viva España’ y ‘viva Franco’ y le dio varios puñetazos en la cabeza y otras partes del cuerpo”, relata la sentencia. Borràs no le había dicho nada.
Con Borràs ya en tierra, el agente siguió dándole “nuevos golpes en la cabeza”, momento en el que aparecieron varios transeúntes que intentaron retenerle hasta la llegada de los Mossos. Para huir del sitio, el agente mostró su placa de Policía Nacional «aunque no estaba en el ejercicio de sus funciones», destaca la sentencia. Varios testigos persiguieron y forcejearon con el agente, que finalmente se refugió en un párking para repeler las agresiones.