La política de «Cóvid Cero» en China ha logrado mantener el coronavirus controlado en el país durante casi 2 años, pero la variante Ómicron, mucho más contagiosa, la está convirtiendo en imposible de mantener.
Dos ejemplos muy recientes lo muestran de forma clara y diáfana: la gigantesca factoría que fabrica el iPhone en Zhengzhou, en el centro del país, y el parque de atracciones Disney de Shanghái.
En la fábrica de la empresa taiwanesa Foxconn en Zhengzhou trabajan 200.000 personas y produce la mayoría de los teléfonos iPhone de Apple que se venden en todo el mundo. El 13 de octubre un brote de Cóvid hizo que las autoridades decidieran confinarla, y la idea era que los trabajadores vivieran y trabajaran allí sin salir del recinto mientras durara el confinamiento.
En las primeras semanas funcionó según lo previsto, pero como no han parado de aparecer casos, el confinamiento se ha ido alargando, y la situación de los trabajadores se ha ido degradando, según indicaba la Agencia Reuters hace un par de días desde China.
Y algunos cientos, hartos de la falta de comida, agua y otros suministros, han decidido marcharse, saltando las vallas y forzando las puertas, desbordando la capacidad de los servicios de seguridad.
Las imágenes del éxodo de estos trabajadores, caminando por las autopistas para regresar a sus casas, han podido verse en las redes sociales antes de que la censura las eliminara. El secretismo oficial sobre este grave problema no ha podido impedir que las imágenes circularan, y la empresa está intentando frenar la fuga ofreciendo incentivos económicos.
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