Si bien Europa continúa mostrándose hipócrita y oculta a la luz pública sus actuaciones comerciales, como afirmar que impone sanciones draconianas al petróleo y el gas rusos, cuando todo lo que hace es comprar los recursos naturales del país a través de intermediarios como India o China (un ejercicio de señal de virtud que le cuesta un margen del 20 % más caro si se lo comprara directamente a Rusia). Lo hace menos de un año después del inicio de la guerra en Ucrania, mientras paga las consecuencias del conflicto bélico en la factura de los consumidores europeos.
Hace solo un par de días el gobierno japonés decidía levantar oficialmente las sanciones y seguir implicado en el proyecto de petróleo y gas Sakhalin-1 (anteriormente gestionado por la estadounidense Exxon) en Rusia, ya que busca un suministro estable de energía (que no) a pesar de las sanciones internacionales impuestas sobre Moscú por su invasión de Ucrania, según informa el medio de información Nikkei.
ExxonMobil, que tenía una participación del 30% en Sakhalin-1, cuando anunció en marzo que se retiraba del proyecto. Pero después de dudar durante más de seis meses, Japón decidió no seguir el ejemplo de Exxon. Mientras tanto, Rusia creó una nueva empresa para hacerse cargo del proyecto en virtud de un decreto presidencial que efectivamente obligó a los inversores a elegir bando.
El Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón es accionista del Consorcio de Desarrollo de Petróleo y Gas de Sakhalin, con sede en Tokio, que posee el 30 % del actual operador Sakhalin-1, junto con otros inversores, incluidos Itochu, Japan Petroleum Exploration y Marubeni. El consorcio japonés tomará la decisión final de permanecer o no invertido en el proyecto después de discutirlo con las otras partes interesadas.
El pasado mes de mayo, los países del G7 decidieron prohibir las importaciones de crudo ruso. Aunque el G-7 no fijó un cronograma, y solo dijo que la prohibición se implementará «de manera oportuna y ordenada», la participación continua de Japón en el proyecto Sakhalin-1 iría en contra del consenso entre los demás miembros del G-7. G-7. En resumen, Japón sería la primera nación “occidental” en romper oficialmente la alianza antirrusa.