Los presos esclavizados, hasta la extenuación y la muerte, del franquismo, vuelven a la palestra. Esta mano de obra cautiva y sometida construyó más de 300 kilómetros de carreteras, muchas de ellas todavía en uso, sobre todo en temporada alta con el auge del turismo, puentes, acueductos, aeródromos, más de 150 nidos de ametralladora hoy visibles en primera línea de playa… etc.
Los trabajos llevados a cabo por hasta 15.000 presos procedentes de los más de veinte campos de concentración franquistas en Mallorca permitieron, entre 1936 y 1942, fortificar el litoral, mejorar las precarias comunicaciones viarias y ferroviarias y abrir nuevos accesos a la costa. Como en el resto del Estado español, las autoridades sacaron rédito económico y logístico a sus prisioneros para utilizarlos como mano de obra esclavizada.
La adaptación de grandes edificios existentes, como casas de campo y propiedades señoriales, fue la forma que el incipiente franquismo tuvo para dar un mísero cobijo a los presos esclavizados. También hubo otros centros improvisados con tiendas de campaña militarizadas y barracones de madera.
Hay que recordar que todas las obras de trabajo forzado por parte de los presos republicanos represaliados y esclavizados son obras públicas, como la construcción de defensas en las islas para evitar un posible desembarco enemigo en las islas, primero el republicano y, más tarde, por parte del bando aliado en la Segunda Guerra Mundial.